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OBITUARIO

Alvin Lee, la guitarra más rápida de Woodstock

Exhibía fluidez instrumental, técnica exuberante y carisma como cantante

Diego A. Manrique
Alvin Lee, líder del grupo de Rock Ten Years After, durante un concierto en Ámsterdam en 1983.
Alvin Lee, líder del grupo de Rock Ten Years After, durante un concierto en Ámsterdam en 1983.CORDON

Es muy posible que su nombre no diga nada a las actuales generaciones. Pero Graham Alvin Lee (Nottingham, 1944) encarnó un tipo de rock que arrasó a finales de los sesenta y principios de los setenta. Un rock imperioso, basado en el blues eléctrico, al que Alvin aportó fluidez instrumental, técnica exuberante y su propio carisma como cantante.

También le distinguía una sólida disciplina de trabajo. Hubo guitarristas británicos, como el celestial Jeff Beck, que se escaquearon cuando se enteraron del caos que rodeaba a la llamada Woodstock Music & Art Fair, en las montañas de Nueva York. Ten Years After, el cuarteto que encabezaba Alvin Lee, ya llevaba varias giras por Estados Unidos y se presentó el 15 de agosto de 1969 en “la Feria de Música y Arte”, dispuestos a cumplir con su contrato. Las condiciones dentro y fuera del escenario eran infernales, pero pisaron el acelerador y su I’m going home, ligeramente retocado, destacaría como uno de los puntos álgidos en la película Woodstock, perfecto para practicar lo que algunos cínicos llamaban el idiot dancing.

Alvin Lee, que según comunicaba su página web falleció ayer tras “una operación rutinaria”, con 68 años, pertenecía a la escuela de los músicos británicos que se formaron tocando una sucesión de estilos y sobrevivieron a experiencias tan intimidantes como respaldar a un resabiado John Lee Hooker; los bluesmen estadounidenses giraban entonces por el Reino Unido sin banda y trataban sin piedad a los desdichados que no estaban a su nivel.

Ya en Londres, Alvin se juntó con el bajista Leo Lyons, el organista Chick Churchill y el baterista Ric Lee: veteranos del duro circuito de locales norteños, supervivientes de las temporadas en Hamburgo, habituados a los trabajos alimenticios como acompañantes de artistas pop, se bautizaron como Ten Years After en 1966. El nombre tenía su arrogancia: Diez Años Después significaba, explicaban, que había pasado un decenio desde la irrupción de Elvis Presley y los instrumentistas ya podían liberarse.

Artistas de la discográfica Decca, demostraron insospechados recursos para complacer a diferentes públicos. Para ellos, el desastre de Woodstock no fue tan importante como aparecer el mismo año en el Newport Jazz Festival. Aparte de la querencia de Alvin por el guitarrista Jim Hall, encontraban terreno común con los amantes del jazz gracias a sus versiones de Woody Herman (Woodchopper’s ball) o Sonny Boy Williamson (Good morning little school girl).

La inmersión en la contracultura les obligó a hacer guiños tales como Stonedhenge (1969), que también contenía un aviso sobre los peligros de la anfetamina, Speed kills. Trabajaron con productores fiables, tipo Mike Vernon o Andy Johns, que sin embargo les inyectaron modismos psicodélicos, empujados por unos mánagers que sabían donde estaba el dinero. En su caso, era la agencia Chrysalis, que más tarde se transformaría en discográfica.

Alvin y Ten Years After sufrieron el mismo calvario que muchos compañeros de generación. Debían cumplir con el mercado USA del boogie, a la vez que sus gustos personales iban evolucionando hacia músicas más terrenales. De la misma manera que Eric Clapton se escapaba del estrellato para tocar como uno más detrás de Delaney & Bonnie, Alvin Lee se emparejó con el vocalista estadounidense Mylon Lefevre en el álbum On the road to freedom, grabado en 1973 con la complicidad de George Harrison o Steve Winwood.

Sin embargo, el personal quería al desbocado guitarrista de Woodstock. Eficaces sobre las tablas, fueron explotados hasta el agotamiento: dicen que realizaron 27 giras por Estados Unidos a lo largo de siete años, con un inmenso desgaste personal. En 1974 el grupo se rompió, aunque una de esas ofertas-que-no-se-pueden-rechazar les llevó al año siguiente a dar el Farewell Tour por cuarenta localidades del país de las barras y las estrellas.

Luego, el rumbo previsible. Mientras sus socios se instalaban en la industria (publishing, producciones), Alvin formó un dream team que grabó discos eclécticos del calibre de In flight (1975), con el grupo Kokomo y el notable saxofonista Mel Collins. En 1981 ofreció refugio a Mick Taylor, que venía rebotado de la experiencia con los Rolling Stones. Incluso tiró por la vía del medio y se convirtió al rock duro durante una temporada.

Inevitablemente, cedió al incipiente mercado de la nostalgia, encabezando un trío llamado Ten Years Later (Diez Años Más Tarde). Hacía 1989, empujados por un promotor alemán, se reunieron los cuatro miembros originales, que registraron un insípido About time. La vida no fue especialmente cruel con Alvin, excepto si se considera castigo cruel la obligación de tocar cada noche un I’m going home que durara un mínimo de diez minutos.

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