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DAVID VANN | ESCRITOR

“La filosofía nos puede conducir a la brutalidad”

El exitoso escritor estadounidense publica su tercera novela, 'Tierra', situada en la tórrida California En el libro, el paisaje se convierte en un infierno que desencadena "una locura aterradora"

El escritor estadounidense David Vann.
El escritor estadounidense David Vann.cristóbal manuel

Para el estadounidense David Vann, el paisaje "lo es todo", en su vida y en su trayectoria. Algo comprensible en un hombre que nació y se crió en una de las islas Aleutianas (Alaska), de solo 200 habitantes, y luego vivió en la huerta californiana. De su anterior novela, la exitosa Caribou Island, localizada en el extremo clima alaskeño, ha trasladado ahora la acción de Tierra (Mondadori) al tórrido ambiente de California. "Era el otro lugar de mi infancia, mis padres eran de allí y la novela se desarrolla en una casa como la que tenían mis abuelos", dice este autor de 46 años, de sonrisa amplia, grandes manos y rostro anguloso que reside en Nueva Zelanda.

El protagonista de Tierra, su tercera novela, es Galen, un joven de 22 años de mediados de los ochenta que vive con su madre y es seguidor de los libros de filosofía hinduista y budista y de la música new age —aquel estilo instrumental y de espiritualidad—. A pesar de esa búsqueda de la trascendencia, lo que en realidad desea Galen es que su mamá le dé el dinero de la herencia de la abuela para ir a la universidad y, también, hacérselo con su prima de 17 años, una manipuladora lolita llamada Jennifer.

"En esta obra me río de la 'new age' porque yo creí en todo eso"

La vida de la familia está condicionada por "el paisaje seco, sofocante, que se convierte en un infierno y desencadena una locura aterradora". "Siempre escribo a partir del paisaje y de sus efectos en los personajes. El agua, el bosque, las rocas... no son neutrales, presionan a los seres y permiten describir cómo son". A Galen no le sirven de nada sus lecturas sobre la búsqueda del yo y toda esa matraca. "Mi libro trata de cómo la filosofía, a pesar de lo que pensemos, puede llevarnos a la brutalidad", asegura este hombre que de niño cazaba ciervos con su padre y ha sido capitán de barco ocho años. "Mi hogar es el paisaje".

La aspereza de la naturaleza se traslada al estilo de Vann, una prosa que los críticos califican de seca. Esta se basa, dice, en su gusto por el inglés antiguo, "el que existía hace 1.000 años, muy germánico, de frase corta, que suprimía verbos y preposiciones". La otra razón para esa forma espartana de narrar está en el propio protagonista. "Galen, como seguidor de la new age en los ochenta, quiere volver a lo ancestral, al paraíso".

Los protagonistas están condicionados por "el paisaje seco, que desencadena una locura aterradora"

Es la segunda vez que Vann menciona la new age, aquel movimiento de los ochenta de espiritualidad y música instrumental relajante (Galen escucha cintas del japonés Kitaro). "Cuando estaba en el instituto era de los que se creía todo eso, iba a clases de meditación pero solo quería acostarme con chicas [carcajada]. Esta obra me da la oportunidad de reírme de aquello que fui. La new age se convirtió para muchos en una religión. Y como todas las religiones, en el fondo escondía un profundo deseo sexual" (risas).

Sexo y dinero son dos puntales del libro. "La mayor parte de mi vida he estado por debajo del umbral de la pobreza". Ahora no sufre esa carencia. Tiene éxito y hay críticos que le señalan como un nuevo Melville. Coincidencia: Vann está leyendo Moby Dick. "Me quedan 200 páginas, es un regalo que me comparen con él pero yo no soy tan metafísico. Mi conexión con otros escritores está en abordar temas rurales, la naturaleza, como Raymond Carver, Tobias Wolff o Cormac McCarthy".

Lo que sí comparten Vann y Melville es una vida aventurera y marina. "Hay que tener vivencias para escribir. La literatura está llena de aburridos profesores universitarios que cuentan que se acuestan con sus alumnas. Por ejemplo, Jonathan Franzen es profundamente aburrido, su lenguaje lo es; no sé cómo la gente puede seguir leyendo sus libros". El risueño Vann sabe por experiencia que es aburrido ser profesor universitario. Él enseña ficción narrativa y no ficción en la universidad de Warrick (Inglaterra).

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A caballo entre Inglaterra y Nueva Zelanda, Vann espera "no tener nunca que volver" a su país. Ha votado a Obama otra vez pero se siente decepcionado: "En su primer mandato se acercó a la derecha más de lo que muchos queríamos. Demasiado precavido y poco ambicioso en sus reformas. No se ha ocupado del Ejército, que es sagrado en EE UU. Lo que odio de mi país es que se cuente a sí mismo mentiras enormes y las crea sin examinarlas: que hay que tener armas en casa para protegernos, que las grandes corporaciones están para ayudarnos...

El tercer país en el que Vann pasa parte del año es Turquía. Allí le queda algo de su alma marinera. "Tengo un barco anclado y navego tres meses". Pero es una costa protegida, fácil para un hombre que vivió un hundimiento y un ataque pirata. "Nancy, mi mujer, y yo hemos decidido que nada de sufrimiento" (risas).

Así que una vida placentera, al contrario que el enloquecido protagonista de Tierra. "No considero a Galen un loco. De hecho, Galen es mitad yo y mitad mi mejor amigo del instituto". Viendo sus manos, mejor que Vann sea la parte espiritual de Galen y no la violenta, ¿no? (Risas)."Yo también lo espero".

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Sobre la firma

Manuel Morales
Periodista de la sección de Cultura, está especializado en información sobre fotografía, historia y lengua española. Antes trabajó en la cadena SER, Efe y el gabinete de prensa del CSIC. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y máster de Periodismo de EL PAÍS, en el que fue profesor entre 2007 y 2014.

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