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Muere Tony Ronald a los 72 años

El cantante holandés, asentado en España desde hace 50 años, se hizo extremadamente popular a finales de los setenta con 'Help',¡ayúdame!'

El pasado fin de semana, un desmejorado Tony Ronald participaba ¡Qué tiempo tan feliz!, programa de Tele-5 dedicado a la nostalgia. Estaba muy enfermo, explicaba. Ayer domingo, en el mismo espacio, María Teresa Campos anunciaba la muerte del cantante de origen holandés, con 72 años.

De verdadero nombre Sigfried Andre Den Boer Kramer, fue uno de aquellos músicos europeos que, a finales de los cincuenta, descubrieron en España un país barato; además, muy atrasado en las cuestiones del pop, lo que les proporcionaba cierta ventaja sobre los nativos. Tras la pista del Dúo Dinámico, fundó el Kroner's Duo, que grabó en 1960 con La Voz de Su Amo, principal sello de Barcelona. Se escuchó su Amapola pero aquello no despegó. Se pasó a Tony and Charley (Charley Kurtz crearía luego el fenómeno de La yenka), donde potenciaban su carácter foráneo con temas tipo A las chicas españolas o En la Costa Brava.

Tony tuvo dudas: volvía regularmente a Holanda, donde florecía una potente industria del pop. Optó finalmente por España: la competencia era menor. Al frente de los Kroners, luego funcionando como Tony Ronald Group, se destacó como potente atracción en las localidades turísticas. Astuto, supo subirse a sucesivas tendencias, traduciendo temas de los Beatles o interpretando piezas de soul en inglés. En 1968, tras el salto a la discográfica madrileña Sonoplay, probó suerte con la Tony Ronald Selection (otro eco holandés, posiblemente derivado de la George Baker Selection, luego perpetradores de Una paloma blanca ).

Ya simplemente como Tony Ronald, conoció el éxito masivo en 1971, gracias a una plegaria bilingüe, Help (get me some help). Intentó internacionalizar la jugada, grabando versiones en alemán, italiano y francés; se buscaba el llamado efecto Benidorm, cuando los turistas requerían en sus países los temas que habían bailado durante el verano.

Help fue la canción que se le quedó adherida, aunque conseguiría impactos menores como Lady banana o Dejaré la llave en mi puerta. Consciente de las veleidades del mercado hispano, se reconvirtió en productor, trabajando con gran fortuna en discos de Los Diablos y Los Amaya. Ya en los ochenta, se espaciaron sus grabaciones y entró en el circuito retro, formando parte de carteles ad hoc que proclamaban la gloria de los años 60;terminó actuando por pueblos en fiestas, con cintas pregrabadas, sin perder el entusiasmo.

En los noventa, sus temas se recuperaron en discotecas punteras, como el Morocco madrileño. Había una apreciación irónica de su pop pero también un asombro genuino ante aquellos petos, las camisas imposibles, las botas de caña alta que exhibía. Bregado en mil batallas, Tony sabía que España era un país no apto para sutilezas: en un tema glam como Angelina, no faltaba ni un coro de “¡olés!”.

Fue parte destacada de lo que el periodista Alex Oró llamó la Legión Extranjera del pop español, en un libro publicado por Milenio en 2001. Se trata de la única ocasión en que se reconoció a Ronald su indudable aportación a la actualización de modas y costumbres en la España franquista.

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