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Tentaciones
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Misterios que esconde lo cotidiano

El trío estadounidense Yo La Tengo presenta en directo su nuevo disco, Fade. Un álbum hermoso y relexivo que gira sobre la idea de la muerte

Georgia Hubley, Ira Kaplan y James McNew, Yo La Tengo
Georgia Hubley, Ira Kaplan y James McNew, Yo La Tengo

Ira Kaplan se pone serio y calla. Está en Madrid para presentar Fade, el decimotercer álbum de Yo La Tengo, un disco bellísimo que parece esconder algo. Asoma por todas partes la idea de mortalidad: está en casi todas las letras; se adivina en el título: desvanecerse; y se esconde en nombres de canciones como Ohm,medida cuyo símbolo es omega, última letra del alfabeto griego, representación del final de todas las cosas.

 Yo La Tengo suspendió algunos conciertos en diciembre de 2011 y el comunicado hablaba de un genérico “susto muy serio de salud” de Kaplan. Sin concretar. Relacionar aquello con todo lo anterior parece lógico. Pero a él le incomoda. “He titubeado porque no sé cuánto quiero contar”, dice por fin. “Veamos, no soy joven [tiene 56 años] y la banda tampoco. Es imposible tener esta edad sin plantearse hacia dónde vamos y cuándo llegaremos. Está ahí. Pero no creo que tenga una relación directa con mi salud”. Vuelve a detenerse. “Ha de saber que voy a dejar de contestar este tipo de preguntas. No voy a responder a si sé con qué está relacionada la idea del disco. Pero creo que Fade no tiene mucho que ver con lo que me pasó. Y aunque así fuera, ya no es importante. Para escuchar el disco no es necesario saber en qué pensábamos cuando lo grabamos”.

Sentados en un restaurante cerca de las oficinas de su sello español la respuesta es tan tajante como educada. Y no resulta extraña. Es sabido que Yo La Tengo ha establecido una barrera no franqueable entre ellos y su público. “Para muchos nuestra música deja cabos sueltos y reclaman respuestas. Es difícil explicar que no podemos darlas. La mayoría no las tenemos. Algunas son demasiado íntimas. Me cuesta dar aclaraciones sobre algo que siento como solo mío”. Pone un símil para explicarlo: “Cuando usted dice el nombre del grupo estoy tentado de corregirle. Sé que es la pronunciación correcta, pero mi grupo no se llama como usted lo pronuncia, sino como yo lo hago”.

Es decir, podemos hablar de Yo La Tengo, que es lo visible. El trío que el lunes comienza su gira española en Santiago, que el martes actuará en Madrid y el miércoles en Barcelona. Pero no profundizar demasiado en youlatengou que es su proyecto vital desde que un día del verano de 1980 Kaplan coincidiera con la que ahora es su mujer, Georgia Hubley, en un concierto de The Feelies en Nueva York. Llevan 32 años juntos, 28 en el mismo grupo y 25 casados. Viven en la misma ciudad en la que se criaron, Hoboken, Nueva Jersey, lo que se ve al otro lado del Hudson si uno se asoma a los muelles del oeste de Manhattan. “Es un sitio que me gusta. Es práctico. Salgo por la mañana de mi casa con la bicicleta, tenemos el local de ensayo en la misma calle y la radio un poco más allá”.

Porque Kaplan combina Yo La Tengo con su labor como Dj de WMFU, una emisora no comercial que ha sobrevivido a la debacle de las radios universitarias, las college radios que en los ochenta dieron nombre a un estilo, el college rock. Allí se encajó a Yo La Tengo cuando eran solo Ira, voz y guitarra; Georgia, voz y batería, y bajistas temporales. Servía, porque era genérica y su combinación de distorsión y delicadeza resulta difícil de encasillar. “Nunca me ha parecido raro combinar canciones cortas con largas o ruidosas con dulces. La mayoría de los grupos que me gustan lo hacían: Velvet Underground, Neil Young o incluso los Beatles”.

También les aplicaron etiquetas con más retranca, por ejemplo Rock para coleccionistas de discos. Lo son, extremos. Cuando Ray Davies llegó a los ensayos con Yo La Tengo, que iba a ser su grupo en una gira en la que tocaría repertorio de su banda, The Kinks, ellos conocían canciones que él no recordaba. “Simplemente no las había tocado en mucho tiempo. Pero lo interesante de trabajar con Ray era que ha tenido hits, muchos, y otros discos que no, y conoce la naturaleza caprichosa del éxito. ¿Cómo que este disco es un top ten y el siguiente no? ¿Es peor? No, para nada. ¿Te gusta menos porque no ha tenido éxito? Tampoco. Son cosas aparte de la música. Nos interesan las canciones, y su valor es independiente de lo conocidas que sean”.

Durante cuatro discos fueron amateurs, hasta que el colosal éxito del grunge en 1991 les permitió profesionalizarse. “Nunca me sentí grunge. Sirvió para que los que decían que el rock de guitarras estaba muerto se dieran cuenta de que no era así, pero siempre pensé que si despegamos es porque hacíamos cosas buenas no porque se considerase grunge”. Tras aquel fulgor temporal nació la etiqueta bajo la que figuran sus discos en las tiendas: indie. Lo que sí reconoce Kaplan es que para ellos el grunge llegó en el momento perfecto. En 1992 publicaban su quinto álbum, el primero en el que se integraba James McNew, que desde entonces ha sido su bajista. En 1993 editaban Painful. “Es el disco más importante de nuestra carrera. Hasta entonces ni siquiera ensayábamos. No nos considerábamos un grupo. James estaba con nosotros, pero siempre creí que en cualquier momento volvería a su otra banda".

En Painful está una de sus canciones señeras, I heard you looking. Cuentan que nació tras una discusión entre Ira y Georgia. Él se fue a un bar, ella le siguió y se quedó en el otro extremo de la barra. Sus ojos clavados en la nuca de Kaplan serían ese “te oigo mirar” del título. Esas estructuras circulares que suben y suben serían la furia de ambos y la reconciliación el momento en que la melodía se impone al ruido. Son siete minutos de pura maravilla. “No diría que es una canción sobre odio, para nada, me ha dado muchos momentos de placer. Cuando la tocamos el mundo deja de existir a nuestro alrededor. Estamos solo los tres. Mire, cuando empezamos nunca creí que llegaríamos aquí, pero tampoco que no. Simplemente no pensaba en ello. Pero a veces te planteas cómo es posible haber pasado tanto tiempo juntos. Si hay un secreto no sé cuál es. Lo que sé es que nos queremos. Y una cosa que creo que ayuda es que si miras, no sé, a los Beatles, la competitividad entre ellos les hizo grandes pero les destruyó. En nuestro grupo nunca ha habido ese tipo de rivalidad. Nunca nadie ha pensado que el resto es más tonto. Todos somos importantes y asusta pensar en que un día alguno faltará”.

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