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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Kirchneristas

David Trueba

España es tan previsible que algunos escriben sus editoriales por adelantado. Yo podría haber escrito este artículo el domingo por la tarde, pero siempre dejo para mañana lo que pude hacer ayer. Cualquier actor que al recibir su Goya se refiriera a las políticas sociales del Gobierno sería vapuleado durante la semana. Lo previsible es ver cómo se amedrenta a la gente para que renuncie de una vez por todas a expresar sus opiniones en público. Los medios casi nunca se interesan por la opinión de un bombero, una azafata de vuelo o un profesor de matemáticas, así que las únicas opiniones discordantes a los profesionales de la política suelen venir de personas con exposición pública, que es la manera universitaria para llamar a los famosos.

Muchos españoles se sintieron indignados por el trato que había dispensado Cristina Kirchner al actor Ricardo Darín cuando éste se atrevió a expresar alguna crítica a la presidenta argentina. Llegó a enlodarlo con un caso judicial que había sucedido veinte años atrás, pero de lo que se trataba era de advertirle a él y a cualquiera con las mismas tentaciones críticas que utilizaría todos los resortes para invitarlo a callar. Los españoles, que sienten una simpatía natural por Darín, vieron cómo los medios y los políticos españoles aprovecharon el suceso para insistir en que la señora Kirchner es populista, radical y demagoga.

Hacer lo mismo contra Maribel Verdú, intentar amedrentarla con portadas y revelaciones más bien casposas sobre su patrimonio o su participación en publicidad, no ha merecido la misma reacción española. Los pecados son mayores siempre si los comete una argentina. Montoro se atrevió ayer en el Senado a llegar más lejos y utilizar su cargo público para enfangar a todo un sector profesional, a los que emparentó con la fuga fiscal de Depardieu, siempre sin dar nombres, claro. Solo ensuciar. Nadie sabe si Montoro es K o tan solo la mejor expresión de cómo las instituciones públicas se degradan en intereses partidistas. Por suerte la Verdú y Darín están hechos de madera noble. No sé si es pecado acordarse de los desahucios cuando te dan un Goya. Pero el mensaje le queda claro a la sociedad. Cállate, si no el poder saldrá a aplastarte.

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