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Merino asume que ‘El río del Edén’ es su novela más realista

El escritor recorre los parajes del Tajo llenos de mitología y leyendas

Aurora Intxausti
El escritor José María Merino.
El escritor José María Merino.ÁLVARO GARCÍA

Mientras un gato callejero color canela se pasea por el salón de la casa de José María Merino (A Coruña, 1942) en Madrid, el escritor habla de El río del Edén (Alfaguara), su último libro con el que ha obtenido excelentes críticas. “Es la novela más realista de las que he escrito hasta ahora y en ella tanto los personajes como el escenario en el que se desarrolla la trama cobran vital importancia. En el cuento — género en el que se ha prodigado— el sueño o el ensueño está muy paliado por la realidad”.

Merino asume que escribiendo El río del Edén ha aprendido y descubierto un mundo que ignoraba hasta ahora. “Gracias al personaje de Silvio, un niño con síndrome de Down, he podido conocer cómo viven y desarrollan en el mundo actual las personas que padecen esta enfermedad y me han enseñado más de lo que podía imaginar”. El escritor se trasladó también al Hospital de parapléjicos de Toledo —con graves problemas económicos para que siga funcionando, a pesar de ser uno de los mejores centros de Europa— para documentarse sobre uno de sus personajes. “Allí me di cuenta de que el ser humano se aferra a la vida a pesar de las circunstancias más adversas a las que se pueda enfrentar. Algunas de las personas con las que hablé me dieron una lección de asirse a lo que tienen y un ejemplo de esperanza”.

El drama que viven los personajes se debe, según su creador, “a la falta de sinceridad. A no ser capaces de decir la verdad y quedarse a medias, motivo de ruptura de muchas relaciones”.

La vida de Merino siempre ha estado rodeada de palabras y sin ellas se haría difícil su existencia. “Ellas hacen lo que somos, si no nos pasaría como el gato —subido sobre la mesa el felino nos mira de reojo durante unos segundos como si entendiese que hablamos de él— que es incapaz de decir nada. Las palabras son la conciencia, el saber, el conocimiento”. ¿Se ha enfadado con ellas algunas veces? “Claro, e incluso me he enfurecido muchísimo. El problema de dedicarte a la literatura es que escribes lo que quieres decir, pero a veces, más de la que uno quisiera, se resisten. Cuando cojo mi primera novela publicada en 1976 —Novela de Andrés Choz (Novelas y Cuentos)— me doy cuenta de que el primer capítulo lo tendría que cambiar entero y cada vez que hay una nueva edición siempre hay algo que retoco. Con el tiempo vas aprendiendo. Antes de comenzar El río del Edén pensé mucho cómo debía escribir esta obra hasta que finalmente me decidí por la segunda persona. Ahora estoy satisfecho porque creo que ha sido un acierto”.

En la novela, Merino narra la historia de una pareja, Daniel y Tere y de su hijo Silvio. Lo hace a través de un viaje que realizan padre e hijo por los parajes del Alto Tajo, lugares que el matrimonio había recorrido de jóvenes. En este recorrido por la vida se agolpan los recuerdos de amor, traición y arrepentimiento. “Antes de escribir la novela mi esposa y yo realizamos un recorrido por esos parajes y en una de las jornadas nos perdimos. Fue una experiencia inolvidable hasta que descubrimos dónde habíamos dejado estacionado el coche”. Se nota que el escritor está satisfecho con esta novela hasta tal punto que confiesa con media sonrisa, a pesar de su semblante serio, “has acertado Merino. El Tajo es un río fantástico. Lleno de mitología y leyenda”.

¿Existe el Edén? “Con los años te vas acordando de momentos que han estado muy cercanos a lo que podría ser el paraíso. Tenemos condiciones para ser felices y desaprovechamos muchas oportunidades. La mayoría de los ciudadanos somos unos privilegiados y nos convertimos en seres ruinosos”.

Mientras seguimos hablando en un salón lleno de recuerdos, cuadros y fotografías, el gato, que no ha dejado de observarnos durante toda la conversación, ha decidido quedarse al sol sobre una pecera en la que el autor ha metido dos pequeñas carpas y algo de vegetación. Queda la duda de si el felino espera que crezcan o tan solo se dedica a cuidar a esos indefensos animales.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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