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opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ni-Ni

David Trueba

La comparecencia parlamentaria del ministro Montoro para desvincular el caso Bárcenas de la amnistía fiscal recordó mucho a esa anécdota ya clásica del humorista José Luis Coll. Un amigo socarrón le preguntó durante la partida si era cierto lo de su lío con Claudia Schiffer y Coll respondió: “No te digo ni que sí ni que no”.

Pues por más que Montoro se empeñó en imponer a los periodistas presentes cuál debía ser el titular de su comparecencia, el que mejor la resume es este: “No te digo ni que si ni que no”. Que Bárcenas se ha beneficiado de la amnistía fiscal parece obvio, pero como lo ha hecho a nombre de una de sus empresas, el Gobierno se permite jugar con conceptos tan clarificadores como el de “ni sí ni no, sino todo lo contrario”.

Ahora que sabemos que los mayores antisistema no son anarkistas ni radikales, sino directivos de cajas de ahorro y avispados financieros, sorprende descubrir que la Generación Ni-ni no son los jóvenes que ni estudian ni trabajan como creíamos, sino los rectores de las cuentas públicas. A la espera de que conozcamos nuevos elementos cercanos al poder político beneficiados por la amnistía fiscal que nos ha recuperado a 30.000 patriotas, todo apunta a que el empeño reside en planchar la manta de Bárcenas, doblarla y volver a esconderla al fondo del armario. Pero cuando preguntas si de verdad Bárcenas tiene una manta de la que tirar, todos responden: “No te digo ni que sí ni que no”.

La estrategia del “ni sí ni no” es contagiosa. Algo de eso tiene el desplante de David Cameron a la Unión Europea. Y cuando se alude al derecho a decidir de los catalanes la conclusión más clara es: “No te digo ni que sí ni que no”.

Y ahí andan rivalizando a ver quién es más demócrata, si los que quieren que la consulta popular se imponga sobre el orden constitucional o los que insisten en que la voluntad popular se calle frente al orden constitucional. Lo que más debilita es la debilidad, dijo un sabio. Y lo que más te hace dudar es la duda. Agarrémonos al titular del ministro Cristóbal Montoro: “No te digo ni que sí ni que no”.

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