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CRÍTICA DE 'IL VILLAGIO DI CARTONE'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La última iglesia

Ermanno Olmi se pregunta sobre el papel de la Iglesia en un presente que parece exigir un compromiso sobre el terreno

Michael Lonsdale, en el filme.
Michael Lonsdale, en el filme.

Un anciano sacerdote se apoya sobre el altar de una iglesia solitaria, mientras, en el exterior, suenan extraños ruidos que podrían anunciar un apocalipsis inminente. Cuando, finalmente, se abran las puertas del lugar, harán su entrada los operarios, con su ruidosa maquinaria, que despojarán al templo de sus reliquias y obras de arte. La iglesia, que se convierte en el único, claustrofóbico y a la vez simbólico y abstracto escenario del último trabajo del veterano Ermanno Olmi, podría ser, de hecho, la última iglesia de guardia antes del fin de los tiempos… una iglesia presidida por un hombre (Michael Lonsdale) que ha perdido la fe, pero que sigue pensando que ejercer la caridad solo tiene sentido cuando ejercer la caridad se convierte en un acto peligroso.

Lejos de la voluntad neorrealista de los primeros trabajos de Olmi, Il villagio di cartone apuesta por la estilización y el simbolismo: su narrativa también parece seguir antes los ritmos del ritual —de una misa ya imposible— que las exigencias de la articulación narrativa. En el televisor del párroco solo aparecen insistentes imágenes de un naufragio. En el transcurso de una larga noche oscura del alma, el lugar sagrado, que ya ha perdido su funcionalidad, se convertirá en refugio provisional de un grupo de inmigrantes clandestinos que no serán tanto personajes como conceptos en movimiento, ideas encarnadas para un debate.

IL VILLAGIO DI CARTONE

Dirección: Ermanno Olmi.

Intérpretes: Michael Lonsdale, Rutger Hauer, Massimo di Francovich, Fatima Ali, Souleymane Sow.

Género: drama. Italia, 2011.

Duración: 87 minutos.

Ermanno Olmi se pregunta sobre el papel de la Iglesia en un presente que parece exigir un compromiso sobre el terreno que la institución, como tal, no parece dispuesta a afrontar. Entre los refugiados, algunos verbalizan su indignación —“La riqueza de unos pocos es pagada por la pobreza de la mayoría”—, mientras otros se plantean la licitud de la acción violenta. El personaje encarnado por Michael Lonsdale intenta deshacer el ovillo de su propio debate interior. Película áspera, extraña y hermosísima que parece situarse fuera del tiempo para afrontar lo más urgente, Il villagio di cartone es un valioso ejemplo de cine espiritual formulado no a partir de la convicción dogmática, sino de la incertidumbre, la duda civilizada y un profundo desencanto.

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