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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Vecinos

David Trueba

La ingenuidad de los europeos ante la revolución tecnológica, ha saqueado sus industrias de contenidos. Hasta los medios, que le hacían gratis la publicidad a gigantes como Google, han visto cómo estos desbarataban toda su posibilidad de negocio convirtiéndose en dueños y señores en el intercambio de información. A rastras, algunos países europeos, y en esto el nuestro siempre va por detrás, comienzan a reclamar una fiscalidad menos escapista para conglomerados como Apple o Google, y reclaman la imposición de un canon para frenar el vaciado de beneficios y pelear por la supervivencia de los puestos de trabajo.

Desprestigiada en su política cultural por casi todos los frentes neoliberales, que han sido muchos y muy beligerantes, Francia puede presumir de una cuota de pantalla que supera el 80% y de una entrada de capital extranjero por consumo de cultura y entretenimiento que los países de su entorno ni nos atrevemos a soñar. Para ello se necesita, más que otra cosa, una conciencia política pragmática como la que mostraba Jacques Toubon en una cristalina entrevista que Juan Cruz le hizo para este periódico, donde explicaba el grado de colonización que el producto norteamericano ejerce sobre la cultura europea.

Hace dos semanas asistíamos al dato escalofriante de que una película como Amanecer, parte 2 seguía explotándose en más de 400 pantallas españolas, pese a no llegar a 200 euros de media. Cifras que en cualquier otro título europeo significarían retirarla con urgencia aunque estuviera en una sola pantalla. Un ejemplo del grado de ordeñe al que someten los colonizadores a nuestro supuesto mercado libre. A las televisiones en Francia se les impide acaparar la producción de cine con el abuso de posición dominante, mientras que aquí son dueñas del patio y someten las decisiones políticas a su arbitrio. Empequeñecida Francia en el mundo, con el presidente de la República en labores de presidente del Gobierno, hace tiempo que cedió su corona de representación nacional a la cultura, convirtiéndola en la mejor embajadora de la nación. Bajo el paraguas francés sobrevive la cultura europea frente a la colonización norteamericana ahora capitaneada desde el Valle de la Silicona; si logran desarbolar la terquedad vecina nos quedará tan solo el desierto más inhóspito.

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