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Arte para mayores de 18 años

La crudeza de la exposición sobre Accionismo vienés limita el acceso a un museo de Praga

Centro de arte contemporáneo Dox, en Praga.
Centro de arte contemporáneo Dox, en Praga.SOJKA LIBOR

Las taquilleras de la puerta principal del Dox, un edificio minimalista transformado en museo hace cuatro años, lo advierten con rotundidad: los menores de edad no pueden acceder a la exposición dedicada al Accionismo vienés (El elemento femenino en el Accionismo vienéses el título). Y una de ellas advierte con ironía a un visitante masculino que las obras pueden “perturbar”, aunque se haya rebasado esa edad. Puede que no sea para tanto, pero lo cierto es que el movimiento surgido en la Viena de los años sesenta no deja indiferente al espectador.

En un ambiente un punto tétrico y con escasa iluminación, a lo largo de seis salas se extienden las piezas de quienes fueron considerados los líderes del movimiento: Rudolf Schwarzkogler, Günter Brus, Otto Mühl y Hermann Nitsch. Sus nombres están escritos en gigantescas banderolas que cuelgan de los altos techos de las salas. Las fotografías y vídeos, testigos de las performances que se realizaron en su momento, dan fe de las posturas radicales de los artistas.

Versión dura de Fluxus y Body-Art, aquí los creadores actúan sobre su cuerpo o sobre los de sus compañeros de aventuras. Empeñados en destruir el arte, las imágenes muestran escenas de orgías de sangre y sexo en las que se pueden contemplar al detalle el corte de unos genitales masculinos y su posterior recosido con hilo de trama. La sangre se desborda hasta el suelo y es utilizada para un nuevo lienzo. Sangre y pintura se mezclan en cantidades aparentemente incontenibles en los muchos encuentros amorosos con los que querían mostrar su rebelión contra la religión católica y contra la familia convencional. Los primeros planos de rostros que expresan tanto dolor como éxtasis, se mezclan con fotografías de penes sangrantes vendados y cabezas afeitadas que acaban de recibir un tajo.

Procedentes de la colección particular del galerista austríaco Julius Hummel, la elección de las piezas se presenta en el museo como una selección de un movimiento que logró una mayor libertad individual y una mayor tolerancia interpersonal y sexual dentro de una sociedad enferma y reprimida. La aportación estrictamente femenina de la que habla el título de la exposición consiste en que es la mano de una mujer la que protagoniza la mayor parte de las acciones violentas que se reproducen, prueba de que debían permitir ser utilizadas como modelos para dirigir su entorno.

Para el que no tenga estómago para tanta sangre, el museo Dox ofrece otras tres exposiciones temporales. Una de ellas, la más visitada durante estos días, está dedicada a los movimientos ciudadanos que en los últimos dos años se han movilizado en las plazas de sus ciudades. Vídeos y fotografías exhiben lo ocurrido en los lugares más emblemáticos en los que se produjeron las protestas durante primavera árabe, los ocupantes de Wall Street o la Puerta del Sol de Madrid. Indignados de todo el mundo convertidos ya en piezas del arte contemporáneo más reciente. Las otras dos exposiciones están dedicadas al diseño checo. Todas ellas se podrán ver hasta mediados de enero.

Fundado en 2002 por Leoš Válka, recuerda las intervenciones similares que durante los últimos años se han llevado a cabo en ciudades domo Londres, Ámsterdam o Nueva York. Con más de 700 museos ubicados en las zonas céntricas, el Dox , al norte de la ciudad, está considerado como el primer centro independiente del país, dedicado a dar a conocer el arte local junto a los grandes movimientos internacionales.

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