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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Delincuente?

"El dirigente de las nuevas generaciones peperas había perdido todos los puntos del carné de conducir"

Carlos Boyero

Me manejo con inconsciencia adolescente en los semáforos y en los pasos de cebra. O sea, doy por supuesto como peatón que puedo cruzar al otro lado cuando el semáforo se pone verde y que los coches tienen la obligación de parar cuando atravieso un paso de cebra, actitud que obedece a la lógica pero que demuestra escaso sentido de la supervivencia, ya que en demasiadas ocasiones he sentido que han estado a punto de atropellarme. Y, por supuesto, jamás anda cerca un policía que dé la bronca y multe al que conduce ese arma letal. Y te preguntas qué urgencia vital, qué inaplazable problema de vida o muerte, qué sagrado objetivo embarga a esos tarados y homicidas potenciales para cometer esa infracción, para no respetar los derechos del peatón, para amenazar su existencia. También compruebo que la mayoría de ellos no hacen un gesto de disculpa sino que mantienen su vista al frente o la desvían al otro lado. Y curiosamente, la mayoría no tienen pinta de delincuentes ni de andar colocados, sino que poseen inequívoca pinta de gente de orden.

Testifican que el dirigente de las nuevas generaciones peperas había perdido todos los puntos del carné de conducir, lo cual evidencia una contumaz y transparente vocación transgresora. Pero no hay pruebas de que se comportara como un bárbaro en el accidente de Cuba. Que le condenaran a cuatro años de cárcel obedece al estercolero político, a ejemplificar en un chivo expiatorio, a los problemas que le crea al Gobierno cubano que los muertos fueran los líderes de la disidencia interna. Es altamente dudoso que hubieran sido igual de severos en su castigo si ese accidente lo hubiera protagonizado Oliver Stone, un dirigente de Izquierda Unida, o un amigo de la causa, trágicamente acompañado por pesos pesados del régimen.

Afirma Esperanza Aguirre en la visita que ha hecho al extraditado Carromero en la cárcel de Segovia (aunque haya abandonado su cargo político esta señora se las ingenia para seguir teniendo abusiva presencia en los medios de comunicación) que el entrullado no es un delincuente. Es probable que solo sea un hombre con mala suerte. Y Aguirre, como cualquiera que haya ocupado el poder durante tanto tiempo, debe de acumular experiencia y sabiduría sobre delincuentes. Eso sí, de guante blanco.

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