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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Passando

Es precisamente en tiempo de generosidad cuando más quedan delatadas las acciones bárbaras o mezquinas

David Trueba

Las Navidades siempre han estado asociadas a las buenas acciones. Pero es precisamente en tiempo de generosidad cuando más quedan delatadas las acciones bárbaras o mezquinas. Quizá por eso los dos cuentos más inmortales que ha dejado la Navidad transcurren entre sombra. En el primero, los padres a punto de dar a luz huyen de la persecución hasta encontrar un rincón humilde pero cálido para traer a su hijo al mundo.

Este año sabemos que no había mula ni buey, pero el espíritu continúa. Puede que por eso en Navidad la gente que queda expulsada del sistema ofenda más nuestra alegría. Este año celebramos la salida de los sin papeles del sistema sanitario de algunas de las autonomías punteras de España, sin apenas reacción de las altas jerarquías eclesiásticas, que a esto lo consideran política y a otras legislaciones sociales, en cambio, atentados contra la moral. Los ciudadanos de todas esas comunidades ven incluso cómo el Gobierno central afea a las regiones que se han negado a aplicar la medida y les amenaza con inutilizar sus tarjetas sanitarias.

Lo cual nos lleva directos hasta el segundo cuento, donde Dickens perpetuó la idea de que los fantasmas de la bondad navideña acosan y derriban a las almas más rastreras. Los espectadores saben que los cuentos son solo cuentos, por más que en ellos asentemos nuestra imaginación vital y nuestras esperanzas.

Los empleados de la sanidad madrileña, con su persistencia en la huelga y la dimisión en bloque de los equipos directivos, han ofrecido un postrero ejemplo de dignidad para cerrar un año que se ha llevado por delante tantas dignidades como conquistas sociales. Cuando el presidente regional, el señor González, cuyo nombre de pila por ahora no es Váyase, recibió la noticia, retrató su espíritu negociador con una frase cargada de cinismo: “Bienvenidas sean las dimisiones”.

Hablamos pues del mundo real, tan lejano de las fantasías bondadosas como la zambomba del violín. De lo que se trata es de acelerar el negocio de los cómplices, sin siquiera esmerarse en que la música suene con dulzura a los oídos del ciudadano, que aún sueña con que le toca el Gordo antesdeayer. En esta Navidad se impone el villancico punk: Paso de vosotros.

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