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opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Bipolar

Carlos Boyero

De David Mamet me gustaban hasta sus obras de teatro, algo insólito en alguien como yo, casi siempre lamentablemente incapaz de captar las esencias de ese arte, de creérmelo, sobre todo si va de experimental y de vanguardia. La escritura de Mamet representa la inteligencia y el estilo. Imprime su sello, el toque Mamet, en relatos, artículos, impresiones y guiones. También ha dirigido películas tan originales como buenas. Igualmente, ha sido el creador de la serie de televisión The Unit. La hizo después de haber publicado en la revista Village Voice un artículo con el título: Por qué ya no soy un izquierdista empecinado. Y, por supuesto, nada que objetar a que alguien descubra la Luz en el camino de Damasco y se arrepienta de sus antiguas y pérfidas creencias. Lo malo es que esa conversión ha venido acompañada de una merma alarmante de su talento expresivo. The Unit,que describe la heroica existencia de una sección de élite del Ejército de Estados Unidos dedicada a misiones clandestinas, es grotesca, mal escrita y peor realizada, un producto de Fox al gusto del intelectual George Bush.

Lanzaron Homeland, otro producto de Fox, con el señuelo publicitario de que eran los mismos creadores de 24, esa contumaz apología de la tortura en posesión de cierta habilidad narrativa, aunque todo resultara bastante inverosímil, comenzando porque en tan solo 24 horas el frenético y sufrido patriota Jack Bauer protagonizara conjuntamente La Iliada y La Odisea.

Con estos antecedentes el mosqueo inicial estaba asegurado. Pero se vino abajo al constatar el talento, el suspense y la complejidad que desprenden las atormentadas aventuras de esa bipolar agente de la CIA dotada de instinto privilegiado y el marine secuestrado en Afganistan que abrazó la fe islámica para sobrevivir mentalmente a la desesperación y al constatar que los drones de su ejército cometen impunemente matanzas de niños. La primera temporada, centrada en el tenaz convencimiento de la bipolar de que el repatriado héroe es un infiltrado de Al-Qaeda, era adictiva. La segunda, cada vez más sombría, con giros tan imprevisibles como efectivos, me sigue hipnotizando. Hasta el punto de devorar en dos sesiones los 12 capítulos, despues de prometerme en vano : “Veo uno más y a dormir”.

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