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EL SILLÓN DE OREJAS
Columna
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Villancicos del aguafiesta

Comprendo que la edición pasa por momentos difíciles y que vale todo: sólo hay que visitar algunas librerías y comprobar el espacio que el merchandising ha robado a los libros. La megacompra de Penguin por Bertelsmann a golpe de bombo y platillo mediáticos no ha sido más que el comienzo de otra oleada de fusiones en el globalizado negocio del libro.

Manuel Rodríguez Rivero
Ilustración de Max.
Ilustración de Max.

No quisiera resultar un aguafiestas en estas entrañables fechas en que todo el mundo es tan bueno y se quiere tanto y en que el optimismo más o menos impostado puede hacer creer que hasta Wert o Bañez (por poner sólo dos ejemplos de reiterada incompetencia) no sean en el fondo tan azotes de la ciudadanía como parecen. Por no hablar de su jefe, el señor Rajoy, que ahí sigue, con su sempiterno donde-dije-digo-digo-Diego y ese carisma de patata hervida con que le obsequió madre Naturaleza. La otra noche, después de montar el exiguo abeto de Navidad (adquirido en un chino), soñé que el árbol era él: allí estaba, erguido en medio del salón, desnudo, cubierto de guirnaldas de luces de colores y con un ejemplar del BOE entre los dientes. No: esta vez me gustaría ser amable, desearles a todos (a casi todos: para qué voy a mentir) felices fiestas y Próspero Merimée; en fin, lo normal. Pero lo cierto es que, una vez más, tengo que referirme a asuntos poco agradables. La megacompra de Penguin por Bertelsmann a golpe de bombo y platillo mediáticos no ha sido más que el comienzo de otra oleada de fusiones en el globalizado negocio del libro. Es curioso que gran parte de la prensa y los llamados “mercados” hayan saludado con júbilo una fusión empresarial que publicará el 25 % de todos los títulos en lengua inglesa del planeta. Las megacorporaciones “de contenidos” nunca se han resignado a que el libro sea menos rentable que sus otros productos y, encima, sobrevino Amazon para hacerles aún más la puñeta, obligando a los editores a rebajar el precio de los ebooks y poniendo en peligro, por tanto, la viabilidad comercial del libro de bolsillo. Se nos ha vendido la fusión como un medio para hacer frente a los malos de la película, que son Amazon, Google y Apple: nos explican que con la concentración se ahorrarán en personal y distribución y estarán en una situación más ventajosa para competir con ellos o, al menos, para arrancarle mejores condiciones. No se nos dice, en cambio, que esas mismas fusiones tenderán, por pura lógica empresarial, a ir adelgazando lo que se llama la midlist, es decir, los títulos y los autores que son menos vendedores, incluyendo los ensayos serios y la narrativa más literaria. Por lo demás, tanto Amazon como sus competidoras tecnológicas siguen laminando toda competencia. Su insaciable imperialismo comercial ha terminado por borrar casi totalmente del paisaje de Londres o Nueva York las librerías independientes, ha acabado con alguna cadena (Borders) y ha mordido sustancialmente los beneficios de otras como Barnes & Noble o Waterstone´s, en cuyas estanterías es cada vez más difícil encontrar muchos de esos títulos midlist que no se anuncian en la tele o la prensa. Porque esa es otra: con el feroz darwinismo libresco imperante, en el que casi sólo se vende lo que ya se vende mayoritariamente, el librero prescriptor y consejero es una especie en vías de extinción. De modo que no estaría mal que cuando estos días acudan a una librería de las de verdad (y no a una tienda de o con libros), recaben su opinión, le compren un libro y, por qué no, le den un beso. Felices fiestas. Y a ser buenos, que ya tenemos bastante con Wert.

Sexo

sólo hay que visitar algunas librerías y comprobar el espacio que el merchandising ha robado a los libros

Ya sé que la primera regla del mago es no descubrir nunca sus trucos, pero no puedo resistirme a revelar los de otros. Recibo (previa petición) el pack (así lo llaman) Cincuenta propuestas eróticas para disfrutar en pareja que ha “publicado” Grijalbo. Reconozco que me pudieron los paratextos editoriales: “te proponemos un pack para disfrutar con tu pareja, para romper tabúes y explorar el placer juntos”. Y, más abajo: “la caja contiene un libro con 50 juegos y trucos, esposas de satén, plumero y dados”. Total: 16´90 euros. Les explico: el “libro” tiene 64 páginas con capítulos como, ‘Decálogo para un cunnilingus como a ella le gusta’, ‘El dulce castigo’ o ‘Que me está haciendo cosquillitas’. El (“suave”) plumero, los dos dados de plastiquillo (en las caras de uno hay verbos: pellizcar, lamer, morder, etcétera; y en las del otro, sustantivos: nalga, pecho, pezones, etcétera: ¿comprenden el juego?) y las esposas de satén (dos cintas de unos 70 centímetros) podrían adquirirse en el chino del barrio por menos de 3 euros. Es más, con el extraordinario talento mimético de los orientales (que se lo pregunten a Rolex, Prada o Gucci), estoy seguro de que, si el pack fuera un best-seller, ya habrían puesto a la venta el clónico por la cuarta parte. Comprendo que la edición pasa por momentos difíciles y que vale todo: sólo hay que visitar algunas librerías y comprobar el espacio que el merchandising ha robado a los libros. Incluso a los de Grijalbo, la histórica editorial fundada en el exilio por Juan Grijalbo (1911-2002) y hoy propiedad de Mondadori (Bertelsmann). Comprendo también que el fenómeno 50 sombras de Grey (Grijalbo) ha contaminado casi todo, imponiendo por doquier su estética gris marengo y su ética de pornografía blanduzca para gente de orden. Pero lo del pack me deprime, qué quieren que les diga. He encestado el insulso librillo en la caja de desechables y le he regalado el resto de los —digamos— objetos a mi sobrina pequeña, para que ate con las esposas de satén a su osito de peluche mientras le hace cosquillitas en el culete con el (suave) plumero. Por lo demás, he tirado los dados durante la comida (un coup de dés jamais n´abolirá l´hasard, insistía Mallarmé) y me ha salido en uno “morder” y, en otro, “pecho”, instrucciones que he seguido al pie de la letra con la pechuga de pollo al curry que estaba degustando. Lo más útil del pack es la caja, de cartón duro (diseño de Nicolás Castellanos): le he quitado la tapa y uso el resto del envase como vaciabolsillos. Gracias, Grijalbo.

Grimm

En 1812 se publicó la primera recopilación de los cuentos que Jacob (1785-1863) y Wilhelm (1786-1859) Grimm habían ido recogiendo del folklore popular a través de distintos cuentacuentos. En un principio el volumen no se dirigía a un público infantil, pero luego ellos mismos “editaron” esos relatos para atender la creciente demanda de literatura para niños surgida al amparo de la consolidación de la clase media urbana. Aquellos cuentos, que han entrado a formar parte del imaginario de muchas generaciones, siguen conservando su poder de fascinación. Entre las mejores recopilaciones publicadas para conmemorar el bicentenario les recomiendo la de Taschen Cuentos de los hermanos Grimm, que reúne 27 historias, y la de Nórdica, Hermanito y hermanita y otros 16 cuentos que no están en los libros. Si prefieren relatos exentos les señalo dos perfectamente ilustrados y que, además, se publican en toda su original crudeza: Blancanieves (Reino de Cordelia, ilustrado por Miguel Navia), en el que podrán enterarse del espantoso final de la malvada madrastra, y El amadísimo Rolando (Rey Lear, ilustrado por Toño Benavides), uno de los cuentos más salvajes y surrealistas de los Grimm; ambos libritos, por cierto, están perfectamente traducidos por Álvaro y Luis Alberto de Cuenca.

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