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EL HOMBRE QUE FUE JUEVES
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El protagonista secreto

Adoro al personaje secundario que atrapa el ojo, y asciende y se convierte en protagonista secreto, como Feste, el bufón de Noche de reyes

Marcos Ordóñez

Me gustan las miradas laterales, las escenas que transcurren fuera de campo, las mezclas de género, los relatos mutantes. , Adoro al personaje secundario que atrapa el ojo, y asciende y se convierte en protagonista secreto, como pasó la semana anterior en Temporada Alta con Feste, el bufón de Noche de reyes, en la soberbia función de Propeller, la all-male company, a la isabelina, que dirige Edward Hall. He visto incontables veces Noche de reyes pero he vuelto a verla porque Shakespeare siempre tiene bola extra, y así he descubierto a Liam O’Brien, extraordinario actor irlandés, y así he redescubierto a Feste.

Hará un par de meses, Arturo Querejeta lo interpretaba (estupendamente) en el montaje de Eduardo Vasco como si fuera un viejo cómico de music hall, a lo Archie Rice, y su mirada nos hacía ver que sobre su testa resignada caía y seguiría cayendo la lluvia eterna de la canción: for the rain it raineth every day. Liam O'Brien canta con una voz dulcísima, ultraterrena, pero es cualquier cosa menos jovial porque tiene la lluvia dentro: exhala el aire sombrío e impredecible de Hugh Laurie y bien podría ser, por paisano y tocayo, un hermano de sangre de Flann O’Brien, el burlón y extrañísimo autor de El tercer policía, una de las piezas más divertidas y alucinadas de la literatura irlandesa.

En sus manos, Feste parece venir de otro planeta, mitad observador mitad catalizador, dualidad pura, más reflexivo y más oscuro que nunca, distante pero cargado de un profundo y feroz resentimiento, como el maestro de ceremonias encarnado por Joel Grey en Cabaret. Todo eso está en Shakespeare, desde luego, pero no es frecuente que en escena aparezca junto, con todos los vectores a la misma potencia. Viendo a Liam O’Brien pensé en Stephen Dillane, que también hizo pasar a primer término a Jaques (sic) el Melancólico en el As you like it que Sam Mendes (¿volverá algún día?) nos regaló en el Español: en manos de Dillane, Jaques recordaba a un elegante caballero sudista o un delicadísimo aristócrata chejoviano, e incluso llegué a imaginar que quizás el propio Shakespeare pudo haberlo interpretado así, contemplando a los amantes con una mezcla de fiebre y lejanía, como un autor contempla a sus personajes. Así que la otra noche, en Girona, Twelfth Night fue, para mí, “la función de Feste”, como durante muchísimos años, un siglo casi, desde mitad del XIX a mitad del XX, fue “la función de Malvolio”, y ese fue el personaje que eligió Laurence Olivier. Podía haber elegido (por perfil, por temperamento) el rol del duque Orsino pero se quedó con Malvolio, tal vez porque es el que más sufre, y a nadie se le escapa que esa es una característica básica de los protagonistas secretos: don Gonzalo de Trévelez siempre le robará la función a su hermana Florita, aunque su nombre no esté en el título, y ahora recuerdo a Pere Arquillué como Pere Màrtir, llevándose el gato al agua en La filla del mar, el revival de Guimerà que le puso en órbita, a las órdenes de Belbel. Están los que sufren y están los ajenos, como Feste o Jaques. O los cadáveres de permiso, como el precioso personaje de José María Pou en Desig, de Benet i Jornet. O los muertos, directamente, porque acaba de volver a mi memoria (en el momento ideal para cerrar el círculo) la primera función que vi de Propeller, un Cuento de invierno que elevaba el “lateralismo central” a concepto de puesta: la historia estaba contemplada a través de los ojos de Mamilius, el pequeño príncipe, el hijo del rey Leontes y la reina Hermione, que al principio observa la catástrofe familiar, aterrado y sin comprender, desde su cuarto de juegos, en un altillo, y luego muere de pena y sigue presente, un tristísimo espectro en pijama vagando por los pasadizos del palacio, para juntar, veo ahora, las líneas maestras de los protagonistas secretos: el más extraño y el que más sufre.

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