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CRÍTICA: 'EL ORIGEN DE LOS GUARDIANES'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sueños / pesadillas

William Joyce es un afortunado explorador de las encrucijadas entre la literatura infantil y el cine de animación

'El origen de los guardianes'.
'El origen de los guardianes'.

Autor de la serie de novelas que nutre el imaginario de esta película de delicada estética y ritmo avasallador, William Joyce es un afortunado explorador de las encrucijadas entre la literatura infantil y el cine de animación: escritor e ilustrador de casi una cincuentena de libros tocados por la originalidad y la nostalgia de una América edénica, Joyce ha diseñado personajes para películas tan remarcables como Toy story (1995) y Bichos (1998) y ha sido la fuerza creativa detrás de producciones tan saludablemente anómalas como Robots (2005) y Descubriendo a los Robinsons (2007), dos trabajos tocados por el aire retro que también distinguía a su oscarizado cortometraje The fantastic flying books of Mr. Morris Lessmore (2011), un delicioso sueño animado que unía ecos de Buster Keaton con El mago de Oz(1939).

El origen de los guardianes

Dirección: Peter Ramsey.

Con las voces de: Chris Pine, Alec Baldwin, Isla Fisher, Hugh Jackman.

Género: fantasía. EE UU, 2012.

Duración: 97 minutos.

En los créditos de El origen de los guardianes figura el nombre de Guillermo del Toro en calidad de productor ejecutivo: no era fácil pronosticar este matrimonio entre el luminoso arte de Joyce y las tinieblas de Del Toro, pero, a la vista del resultado, es de justicia reconocer que no estamos ni mucho menos ante un matrimonio contra natura. El origen de los guardianes habla, entre otras cosas, de un tema tan cercano al mexicano como el origen de las pesadillas y convoca a un buen número de figuras legendarias del imaginario infantil —Santa Claus, Jack Frost, el Hada de los Dientes, el Conejo de Pascua, el Hombre de Arena— para formar una suerte de excéntrica liga de superhéroes —como en una versión preescolar de la saga Hellboy— consagrada a la misión de salvar la vida onírica de la infancia. Hay algo en El origen de los guardianes de los ecos de esa mirada infantil en sintonía con lo sobrenatural —y enfrentada al horror— de Mimic (1997), El espinazo del diablo (2001) y El laberinto del fauno (2006)— y, por supuesto, una reformulación más benigna —aunque algo inquietante— de la figura de esa Hada de los Dientesque, en No tengas miedo a la oscuridad (2010), producida por Del Toro, adoptaba perfiles irremediablemente sórdidos.

Pero, más allá de ese juego de conexiones, lo decisivo es que El origen de los guardianes es una película animada que brilla con luz propia por sus ideas de animación pura —el Hombre de Arena como un Harpo Marx que se comunica por ideogramas—, por su capacidad para distanciarse de la dominante estética Pixar y por detalles tan valiosos como la decoración art déco del refugio de Santa Claus.

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