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OPINIÓN
Columna
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Cariocas

David Trueba

Si viviéramos en otros tiempos habría que mandar parar las rotativas para anunciar la aparición en castellano de las crónicas de Nelson Rodrigues. La editora Adriana Hidalgo ha publicado un primer volumen de la serie La vida tal cual es, con la que Rodrigues enganchó al Río de Janeiro de los años cincuenta a sus relatos reales que aparecían en Última Hora. Nelson Rodrigues procedía de una familia de periodistas. Uno de sus hermanos había sido asesinado por una mujer algo fatal herida por el reportaje sobre su adulterio y el padre había dirigido periódicos entre trifulcas caciquiles, quiebras y cárcel. Su otro hermano, Mario hijo, da nombre oficial al estadio Maracaná después de una trayectoria en prensa deportiva, territorio en el que Nelson brilló con sus relatos de fervor fluminense.

Nelson escribió de dos enormes pasiones brasileñas. El fútbol y el delirio amoroso. La vida tal cual es son relatos breves de infidelidades, incestos, pasiones y rencores, culebrón escrito a pulso firme. Sus crónicas cariocas se prolongaban en obras de teatro, muchas convertidas en películas como La fallecida o Boca de oro. Nelson Rodrigues es un icono brasileño al que Ruy Castro dedicó una biografía estupenda con el título autodefinitorio de El ángel pornográfico.

Con una pose reaccionaria que terminó radicalmente cuando la dictadura encarceló a uno de sus hijos, Nelson Rodrigues definió su siglo XX como aquel que presenció la ascensión fulminante del idiota. Retrató alcobas llenas de secretos y se nutrió en la cultura popular, como la mejor literatura y el mejor cine brasileño, que hoy goza de cierto esplendor bajo políticas de desarrollo y no de cilicio. El desembarco en castellano de Nelson Rodrigues coincidió con la muestra de cine novo brasileño en Madrid donde, entre otras películas, un documental de Pereira dos Santos y Dora Jobim retrataba a través de actuaciones de artistas de todo el mundo la obra musical de Tom Jobim. Él, como su compadre y letrista Vinicius, como Rodrigues en sus mejores páginas, hicieron arte del contoneo de una muchacha, la mirada arrobada de un enamorado y el lamento de los solitarios. La vida tal cual es, o si prefieren decirlo cantando, que en el pecho de los desafinados también late un corazón.

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