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No fue un boom de escritores sino de lectores

La escritora y crítica peruana-estadounidense evoca cómo Cortázar le despertó el interés por la identidad "El peor legado del boom ha sido la falta de imaginación que provocó en las editoriales, que solo han promovido a los imitadores, en vez de fomentar algo nuevo"

Pregunta: ¿Qué opina del boom latinoamericano y cuál fue su primer acercamiento a él o con qué autor o libro?

Respuesta. "¿Estoy en una pecera porque soy un pez, o soy un pez porque estoy en una pecera?”. Al tropezar con Axolotl, de Cortázar, cuando tenía 12 años y cuando me acababa de trasladar desde Perú, estaba tan fascinada por las preguntas sobre la identidad como el narrador de esa historia. Fue justo antes del boom latinoamericano, antes de que los estadounidenses tuvieran el más mínimo interés por casi todo lo que era extranjero. Para mí, el boom no fue un fenómeno latinoamericano, sino que estaba sucediendo a mi alrededor, en Estados Unidos, en una floreciente población de lectores que, hasta entonces, no se había preocupado ni un ápice por las riquezas de la ficción latinoamericana o por la gran herencia de las letras españolas. El boom fue una novedad, una moda, pero no podía discutirla. Los norteamericanos empezaron a ver a través de otros ojos. Se metieron en otra piel y se convirtieron en el pez de Cortázar.

P. ¿Cuál cree que es la principal aportación a la literatura?

Respuesta. Si los tomamos en conjunto, Cortázar, Borges, García Márquez, Vargas Llosa y Fuentes no pueden considerarse un movimiento unificado. No como los románticos franceses, o los beats estadounidenses, o los vanguardistas rusos. Por eso es difícil decir que aportaron algo específico a la República de las Letras más allá de la considerable fuerza de sus talentos individuales. Eran magníficamente sui generis, y resultaban imposibles de catalogar. No fue un boom de escritores per se, sino un boom de lectores; y esos lectores aumentaron en un número sin precedentes para dar la bienvenida a la ficción latinoamericana por primera vez.

P. ¿Alguna reflexión particular?

Respuesta. Antes del Boom, en Estados Unidos imperaba una apatía pertinaz hacia las traducciones extranjeras. Uno de los periodistas más famosos de EE UU, James Reston, de The New York Times, afirmaba: “Los estadounidenses están dispuestos a hacer cualquier cosa por Latinoamérica excepto leer algo sobre ella”. El boom demostró que estaba equivocado. Sin embargo, una vez que los latinoamericanos cruzaron la puerta, la situación cambió. A principios de la década de 1980, los hispanoamericanos que escribían en inglés se convirtieron en el centro de atención. Y así es como los “escritores del boom”, como los conocemos, nunca aumentaron en número. Se siguió leyendo a García Márquez, a Vargas Llosa, a Fuentes y a otros, pero el boom nunca se tradujo en nuevo talento latinoamericano. La resistencia ante las obras traducidas siguió siendo la misma que antes, puede que hasta con una terquedad más intensa. El peor legado del boom ha sido la falta de imaginación que provocó en las editoriales, que solo han promovido a los imitadores, en vez de fomentar algo nuevo.

* Marie Arana es escritora y crítica literaria peruano-estadounidense. Su biografía de Simón Bolívar se publicará en EE UU en abril. Dirigió el suplemento de libros de The Washington Post.

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