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Quietos

Fue coincidencia que el día en que se glosaba la muerte de García Calvo recibiera similar tratamiento el divorcio de la cantante Paulina Rubio

David Trueba

Fue una coincidencia que el día en que se glosaba la muerte de Agustín García Calvo recibiera tamaño similar el tratamiento de las últimas novedades del divorcio de la cantante Paulina Rubio. Para tranquilidad general: parece que las cosas se van a arreglar en el tira y afloja de la pareja. Pero la casualidad podría haber servido para recuperar la faceta de García Calvo no ya tan solo como poeta sino también como letrista de canciones. Si inolvidable fue la adaptación que Amancio Prada hizo de su poema Libre te quiero, no lo fueron menos algunas de las versiones que el inabarcable Chicho Sánchez Ferlosio musicó de García Calvo. El propio autor, maestro del aprobado general para fomentar el aprendizaje en lugar de las calificaciones, agradeció a Chicho que asumiera el trance de cantar por él, que pusiera sus delirios en solfa.

Si A contratiempo queda como una pieza maravillosa, casi un himno alternativo muy anterior a que alguien se le ocurriera festejar el Quinto Centenario del viaje de Colón, Afró tambú y el Carmen Arvale recuperaban euforias ancestrales, con ritmos étnicos antes de que fuera moda disfrazarse de zulú para cantar. En 1982 José Luis Gómez, al frente del Teatro Español, invitó a los tres a un par de recitales que aún hoy campean por la Red recuperados sin nostalgia. Pero en canciones de Chicho como En la trena, El antivillancico o , en cuya mano lucieron espléndidas algunas creaciones de García Calvo, incluso aquellos tan socorridos versos del “enorgullécete de tu fracaso, porque sugiere lo limpio de la empresa”.

Aunque él escribiera con tino “que nada muere: la muerte es solo miedo a morir”, en los recuerdos apenas se habló de su letra para el himno de la Comunidad de Madrid, encargo por el que cobró una peseta. Es un himno con música de Sorozábal que frecuentamos poco, entre otras porque el madrileño presume de apátrida. Pero en su letra, llena de humor y de identidad para gente sin identidad, dice cosas que por actuales casi acongojan: “Cada cual quiere ser cada una: No voy a ser menos. ¡Madrid, uno, libre, redondo, Autónomo, entero! Mire el sujeto las vueltas que da el mundo para estarse quieto”.

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