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OPINIÓN
Columna
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Veto

Carlos Boyero

Leonard Cohen (qué miedo me daba en su último concierto que el lumbago se cebara de repente con este glorioso anciano cuando se empeñaba coquetamente en arrodillarse mientras cantaba), ese príncipe de la metáfora, del permanente desorden sentimental, de las elegías desoladas y la contradicción como alimento del alma, aseguraba que siempre estaba solo en su vida secreta. Años antes, Moustaki estaba convencido de que él nunca estaba solo con su soledad. Cosas de poetas, cosas de otro tiempo. Hoy resulta infantil creer que es posible un territorio sagrado llamado intimidad. Sabes que hasta tus gestos mínimos, tus palabras o ¿tus pensamientos? pueden hacerse públicos mediante cámaras y micrófonos que recogen sin tu permiso lo que haces y lo que dices. Incluido, como lo de esa pobre, avergonzada y escarnecida mujer que se filma masturbándose para complacerse a sí misma o a otra persona y que la bellaquería y las redes sociales transforman en un morboso espectáculo al alcance del prójimo.

Nadie (lo de nadie es maximalista, se supone que el control absoluto de los pringaos solo pueden ejercerlo los poderosos y no al revés) está a salvo de que su vida, su conducta y su privacidad esté permanentemente expuesta a los ojos de los demás. Pero el poder es tan pragmático y cínico que quiere hacer una excepción con sus servidores más resolutivos, aquellos que siempre tendrán mogollón de trabajo en tiempos de penuria y desesperación colectiva (vuelvo a exagerar, pongamos que unos cuantos, aquellos que han provocado el horror, no padecerán jamás esos males e incluso les irá mejor que antes), los encargados de velar por la ley y el orden mediante una placa, una porra y una pistola.

Van a vetar la difusión en la democrática Red de la identidad de los policías que están ejerciendo sus funciones. Imagino que esas funciones se refieren exclusivamente al machaque (en legítima defensa, por supuesto) que practican con los gritones y los subversivos. Jamás volveremos a ver a un montón de policías blancos pateando a un negro desarmado en el suelo. Que los sádicos y los indignados busquen su disfrute por otros medios. Todo será público. Excepto las palizas de la policía.

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