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Los mosaicos también son víctimas de la guerra en Siria

El museo de Alma Arra sufre serios daños por los bombardeos del régimen de El Asad El centro acoge una de las mayores colecciones de mosaicos de Oriente Medio

Uno de los mosaicos del museo de Alma Arra.
Uno de los mosaicos del museo de Alma Arra.

El museo de Alma Arra, en el norte de Siria, famoso por sus mosaicos, habrá evitado el saqueo tan común en tiempos de guerra, pero está empezando a sufrir bombardeos diarios. Y a pesar de qué los paneles informativos que guían a los visitantes a los tesoros del museo están por todos los lados, los turistas han desaparecido.

El imponente edificio del siglo XVII, en el corazón de Maaret al-Numan, una ciudad estratégica en la provincia de Idlib conquistada por los rebeldes la semana pasada, alberga una de las mayores colecciones de mosaicos de Oriente Medio. Pero ahora está empezando a parecerse a una víctima de la lucha feroz entre las tropas sirias y los rebeldes que se ha apoderado del norte de Siria desde hace meses.

Frente a su imponente puerta de hierro blindado se encuentra un vehículo acribillado a balazos, mientras que un humo negro y espeso se levanta de una cercana pila de neumáticos en llamas.

Un guardia joven, adolescente no hace nada, hace guardia luciendo una cinta verde alrededor de su cabeza —un homenaje al profeta Mahoma—.

"Vamos a ganar!", dice el grafiti garabateado en las paredes del museo por la brigada rebelde local, los Mártires de Maaret al-Numan, que ha desplegado a sus combatientes a lo largo de la ciudad.

La entrada al museo cuenta con un enorme felpudo, un mosaico en el suelo que reproduce un retrato de Hafez el Asad, expresidente sirio y padre del actual presidente, Bashar el Asad.

Un grupo de rebeldes se encuentra en el patio, terminando su desayuno. Detrás de ellos hay un hermoso mosaico romano con un lobo que persigue a su presa.

El patio está repleto de mosaicos que muestran antiguas capitales y bazares abarrotados, pero alrededor también hay calcetines sucios que se secan en el sol, así como envases de plástico y colchones utilizados por los combatientes y, antes, por los soldados del régimen.

Algunos vehículos con una ametralladora de 12,7 milímetros aguardan en el patio. Los rebeldes están principalmente instalados en el pasillo de entrada. Siete soldados del régimen capturados en los combates están recluidos en un callejón detrás de una puerta de hierro.

Los rebeldes invadieron Maaret al-Numan el pasado miércoles, en un avance importante en su lucha contra las fuerzas de El Asad, sobre todo después de que también cortaran la carretera que une Damasco con la norteña ciudad de Alepo.

Construido en 1665 por el sultán Murat Jalabi, el edificio, que en principio era un refugio para que los viajeros pasaran la noche, también ha servido a lo largo de los siglos como un anexo a la Gran Mezquita, un bazar, un almacén y ahora un museo.

Sus colecciones proceden de hace siglos y muestran animales, escenas de caza y banquetes - las maravillas del arte que surgió en Ur, en Irak y más tarde se extendió a la antigua Grecia y al Imperio romano, disfrutando de sus días de gloria en el período bizantino.

Alfarería, cerámica y figuras de la era preislámica, de entre los años 3.000 y 2.000 antes de Cristo, se encuentran también entre sus tesoros, de acuerdo con las tablas de información.

Hasta finales de agosto, el museo fue ocupado por soldados del régimen, pero desde que el ejército huyó, los rebeldes han tomado el relevo.

"Estamos aquí para evitar el robo, el saqueo y el contrabando", dice un líder rebelde, que se identifica como Abu Ashem. Los insurgentes acusan al ejército de robar algunos objetos, como monedas antiguas de principios de la era islámica, pero lo más sorprendente de su valiosa colección se mantiene intacto.

Sin embargo, mientras los saqueadores se han mantenido a raya, el museo se enfrenta a una fuerza igualmente destructiva - desde el aire. A principios de octubre, una bomba lanzada por los aviones de guerra de El Asad aterrizó a pocos metros del edificio, rompiendo puertas y ventanas de madera.

La fuerza de la explosión también provocó la caída de algunos objetos de valor, dejando estatuas de diosas romanas en el suelo y piezas de cerámicas de hace más de 2.000 años hechas añicos. Varias esculturas de piedra se rompieron y algunos mosaicos también fueron dañados.

Por ahora los antiguos manuscritos caligráficos guardados en una biblioteca del museo permanecen intactos, así como las lápidas del patio y una colección de puertas de basalto negro del siglo VIII. Pero, con los jets MiG que lanzan bombas sobre las líneas rebeldes a diario, no existe la certeza de que el pasado majestuoso del museo sobrevivirá a la destrucción del presente tumultuoso.

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