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CRÍTICA: 'BYPASS'
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Amor por compasión

Todas las características de las comedias desenfrenadas clásicas convergen en 'Bypass', y hasta Gorka Otxoa, en un papel a medio camino entre los de Cary Grant y James Stewart

Javier Ocaña
Fotograma de 'Bypass'.
Fotograma de 'Bypass'.

La pasión y la piedad, bandos inconciliables en el territorio del amor sincero, pueden dar lugar a relatos morales y hasta sociales, a romances desbocados y, sobre todo, a estafas emocionales. Pero decir por primera vez a una mujer que te quiere, que también la amas y que siempre la has querido simplemente porque se está muriendo y tu pretensión es que se vaya al otro barrio con una sonrisa puede provocar una gran comedia. Sobre todo si no se muere.

BYPASS

Dirección: Aitor Mazo, Patxo Telleria.

Intérpretes: Gorka Otxoa, Bárbara Goenaga, Itziar Atienza, Aitor Mazo.

Género: comedia. España, 2012. Duración: 94 minutos.

Un punto de partida, el de Bypass, particularmente emparentado con los grandes encuentros de las screwball comedies estadounidenses, al que los vascos Aitor Mazo y Patxo Telleria, en su segunda película, sacan apreciable jugo en el apartado del guion pero que casi arruinan por una puesta en escena que, en el mejor de los casos, solo es esforzada y funcional. Lucha de sexos, trama improbable, gotas de sentimiento, gags visuales y verbales, mezcla de sofisticación y de ingenuidad. Todas las características de las comedias desenfrenadas clásicas convergen en Bypass, y hasta Gorka Otxoa, en un papel a medio camino entre los de Cary Grant y James Stewart, demuestra una vez más su naturalidad. Sin embargo, lo que los guionistas Mazo y Telleria avanzan en la escritura de situaciones, y en un puñado de transiciones entre secuencias de gran eficacia humorística, lo retroceden como directores con un ritmo que debería ser mucho más alocado y con unas canciones equivocadas en el tono, más propias de una pánfila comedia romántica que de la alocada historia prometida.

A pesar de su aspecto televisivo, la película se ve con agrado porque el explosivo cóctel que forman el amor, las dobles parejas, la mentira, la muerte, la compasión y la risa casi siempre se articula aunando una cierta locura con un poso de delicadeza que se desboca a favor de la miel y del truco de guion en el último sprint: cuando hay que cerrar el asunto amoroso y se elige descabalgar a un personaje, convirtiendo en negativo todo lo que antes era positivo y siendo caprichosamente truculento.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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