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El famoso artista ‘kitsch’ y el huésped del psiquiátrico

El famoso y millonario artista mediático Jeff Koons expone algunas de sus obras junto a las de un oscuro dibujante portugués interno en un hospital psiquiátrico de Lisboa

El artista portugués Jose Ribeiro, que vive en el pabellón psiquiátrico del hospital lisboeta de Julio de Matos, posa frente a una de sus obras.
El artista portugués Jose Ribeiro, que vive en el pabellón psiquiátrico del hospital lisboeta de Julio de Matos, posa frente a una de sus obras.FRANCISCO SECO

Es difícil encontrar dos personas tan diferentes. De un lado, el polémico, y mediático artista estadounidense Jeff Koons, primer exponente del rentable arte kitsch, autor del gigantesco Puppy del Guggenheim, multimillonario, multifamoso, multiperseguido por los periodistas y el éxito. Del otro, José Ribeiro, un interno del hospital psiquiátrico de Lisboa, callado y huidizo, que camina despacio arrastrando los pies y a quien le cuesta hablar. El primero concibe esculturas gigantes de corazones rutilantes que han llegado a exponerse en la terraza del Metropolitan de Nueva York. El segundo es un autor obsesivo de historias dibujadas con bolígrafo en cuadernos de espiral, de cómics de marcianos o de autorretratos eróticos dedicados a nadie. Ahora ambos se citan juntos en una rara exposición situada en el pabellón 13 del Hospital Júlio de Matos, en Lisboa.

La idea partió del profesor de arte Sandro Resende, uno de los responsables del aula de terapia del hospital, el causante de que Ribeiro dibuje. “Para mí son artistas, artistas con problemas mentales pero artistas. Ya hemos hecho antes exposiciones de enfermos con otros artistas conocidos portugueses. Pero esta vez pensé en Koons por el contenido erótico de los dibujos de Ribeiro y por su tendencia a autorretratarse”, explica en su despacho, con Ribeiro (encorvado, silencioso y ausente) a su lado. Así que se pusieron en contacto con la galería que representa a Koons y le enviaron algunos de los cuadernos que diaria y obsesivamente rellena Ribeiro. Y al estadounidense le gustó el estilo del portugués. “O al menos eso es lo que nos dijeron. La cosa es que enviaron cuatro obras para que figuraran al lado de las de José”, agrega Resende.

- “A ti también le gusta Koons ¿no José?”-, pregunta, mirando a Ribeiro.

Este, vestido con una camiseta y un pantalón vaquero, se limita a encogerse de hombros y a confeccionar media sonrisa difícil de traducir. Después añade que lo que le gusta es el manga erótico, que está aprendiendo a dibujar y que oye mal.

Detalle de un dibujo en una ambulancia del artista portugués Jose Ribeiro.
Detalle de un dibujo en una ambulancia del artista portugués Jose Ribeiro.FRANCISCO SECO

Es una manera de desentenderse de la entrevista, de decir que no quiere preguntas, de volver a su cigarro recién liado y a su vida que da vueltas sobre sí mismo. Tiene 45 años. Vive en el hospital. Comenzó con los clases de arte hace trece, con Resende. Dibuja tres o cuatro horas al día, siempre con un bolígrafo Bic de punta fina, la mayoría de las veces escenas futuristas o pornográficas de trazo sobrio y triste. Tiene permiso para salir a la calle, pero no lo utiliza casi nunca. Por la noche ingiere una macedonia de pastillas tranquilizantes para poder dormir. Necesita moverse casi continuamente, ir de aquí para allá, no puede quedarse quieto en el mismo sitio mucho tiempo, de manera que según discurre la entrevista se pone cada vez más nervioso.

La exposición consta de cuatro autorretratos fotográficos sonrientes de Koons, cuatro composiciones fotográficas optimistas e irónicas: en uno aparece con un cerdo, en otro en una escuela, en otro se encuentra rodeado de mujeres rubias en bikini y en otro está en una granja. Fueron hechos a finales de los 80 y valen cerca de 160.000 euros. Enfrente, hay tres dibujos ampliados de Ribeiro: en uno, el central, aparece un tipo con una mata en el pelo extraña y una flecha señalándole. En el de la izquierda el mismo tipo corre desesperadamente dándose martillazos en el pene. En el de la izquierda, el personaje es perseguido por un perro que abre aterradoramente la boca.

- La flecha la pone para que todos sepamos que se refiere a sí mismo-, explica Resende.

En el centro de la sala de la exposición hay una vieja ambulancia en desuso con dibujos a rotulador hechos por Ribeiro. Es una suerte de homenaje (y respuesta irónica) al BMW de carreras que en 2010 Koons llenó de colores eléctricos y con el que dio la vuelta al mundo afirmando que era un vehículo optimista y ganador. La ambulancia de Ribeiro está pintada con el estilo sombrío de Ribeiro: un tipo desnudo con una flecha en la cabeza al que le persigue el mismo perro de todas las pesadillas, una pareja amándose desnuda en una especie de desierto, una cabeza calva, un tipo enseñando el sexo…

Resende aclara que pensó en Koons al ver los dibujos de Ribeiro por su contenido erótico, por cierto narcisismo que, a su juicio, los dos comparten. Así que tal vez tengan en común más de lo que parece el artista estadounidense famoso por ser el primero en contratar a una agencia de publicidad para promocionarse y por casarse con la actriz porno Cicciolina y el dibujante oscuro y obsesionado con los horarios del pabellón psiquiátrico.

En un vídeo en Youtube se puede ver a Koons en los Campos de Marte de París, en un día nublado, frente a su coche mágico. Después aparece dando una rueda de prensa con una soltura de estrella de cine. En la mañana soleada de Lisboa en que Ribeiro habla con EL PAÍS un grupo de escolares acude a la exposición. Ribeiro los ve y se escurre hacia la salida, tímido, evasivo y silencioso, arrastrando los pies. Da una excusa antes de alejarse y perderse por los edificios y caminos del hospital que constituye su mundo entero:

- Ya van a dar la hora de almorzar en el comedor. Tengo que irme.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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