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La historia de las formas, explicada a los niños

Un libro infantil repasa el origen y la historia de objetos icónicos

Anatxu Zabalbeascoa
Reproducción de una página del libro 'Diseño' de Eva Solarz, dedicada a Javier Mariscal.
Reproducción de una página del libro 'Diseño' de Eva Solarz, dedicada a Javier Mariscal.

Si los niños lo entienden, funciona. Nada más duro que someter las ideas, los productos y hasta las creencias al examen de un niño: las preguntas incómodas, y también las más lógicas, aflorarán. Sobrevivir al juicio infantil es fortalecerse, por eso explicar la historia del diseño industrial a los niños es una prueba tanto para un autor —como la polaca Ewa Solarz, que ha publicado Diseño en la editorial Coco Books— como para el propio diseño.

Frente a las mil sillas curvilíneas o rectilíneas que puede contener una historia del diseño, el suizo Yves Behar ideó un ordenador portátil verde resistente al polvo, el sol y la humedad. No era un diseño ergonómico o un aparato que creara tendencia (desgraciadamente). Nació con el objetivo de ayudar a aprender a los niños de los países más pobres del planeta. Con conexión a Internet incorporada, cámara y micrófono —para conversar entre tribus y con un maestro ausente—, el ordenador pesa muy poco y no necesita enchufe (se carga dando vueltas a una manivela o conectado al motor de un coche).

Frente a este diseño de 2005 pensado para los que tienen menos, la mayoría de los objetos de producción industrial nacieron para los que tienen más. Aunque el objetivo de la industria siempre haya sido llegar a casi todos, la famosa silla Barcelona de Mies van der Rohe fue ideada para un rey. Alfonso XIII la estrenó cuando visitó el pabellón alemán en la Exposición Universal que Barcelona acogió en 1929. De ahí tal vez que encuentre difícil acomodo en una casa común: la silla no se relaja. Elieen Gray dibujó la mesilla E1027 para que su hermana pudiera desayunar en la cama y Marcel Breuer ideó un sillón para su amigo Wassily Kandinsky inspirado por el tubo de acero de su bicicleta. Con ese pasado, es lógico que estén en este libro la lámpara extensible que la francesa Inga Sempé ideó para Luceplan, el exprimidor Juicy Salif con que Philippe Starck convirtió los cacharros de cocina en regalos escultóricos, las lámparas de Ingo Maurer a base de dibujos, platos rotos o bombillas con alas, o la lámpara Myday de Grcic, que significa socorro y auxilia en exteriores, interiores y todos los rincones de la casa.

Algunas de las ideas elegidas por Ewa Solarz, e ilustradas por Aleksandra y Daniel Mizielinski, como una bañera que gira y se convierte en ducha, las podría haber tenido un niño. Pero Ron Arad llegó antes, y desde 2008 la empresa italiana Teuco produce Rotator, el no va más en la indecisión a la hora del baño.

El diseño español también podría importarles a los niños: el incombustible talento de Mariscal, el travestismo inteligente de Jaime Hayón y el ingenio frío de Martí Guixé. Eso sí, nuestro pasado en forma de aceitera antigoteo, aceituna rellena, fregona o lámpara TMM no encuentra acomodo en un libro que, por ponerle un pero, vende una idea más glamourosa que responsable del diseño.

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