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OPINIÓN
Columna
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Voces

David Trueba

Los concursos de talentos son una tradición histórica en las televisiones. Desde el éxito de Operación Triunfo la búsqueda se centra en el mundo de la canción. Existe un porqué. La canción permite examinar las dotes de alguien de manera pública, evidente y en tan solo dos minutos. Pocos talentos podrán expresarse de manera tan contundente y rápida. Debe de ser un poco más complicado dar con un buen ingeniero aeronáutico o un gran escritor. Así que la televisión, que carece de sistema respiratorio para nada con aliento largo, abraza la canción como asignatura de examen. De ahí que la necesidad haya creado la demanda.

La voz es un programa triunfador que ha importado Boomerang a España desde su invento holandés. El éxito en otros países terminó por convencer a Telecinco de que era mejor explotarlo en su cadena matriz que en Cuatro para la que fue adquirido en un principio y que ya colaboraba con la productora en Pekín Express junto al presentador más valorado de la televisión comercial española, Jesús Vázquez. La Voz, como antes El número uno en Antena 3, no centran el interés sobre el aspirante a cantante, sino en el jurado, verdadero protagonista y que en otros países ha invitado a artistas como Alejandro Sanz, Christina Aguilera, Carlos Vives, Carlinhos Brown o Tom Jones. El primer año de Operación Triunfo ya dejó surtida la canción melódica para una generación.

Mejor urdido que programas precedentes, en La voz también compite el jurado, que permite al concursante que pasa la criba elegir profesor. Ahí Melendi, que es el rey del metaplasmo en sus canciones, ha demostrado naturalidad y encanto gracias a su ausencia de rigidez. Es el inicial vencedor. La única duda sobre la continuidad exitosa del formato llegará cuando los cuatro equipos de catorce voces estén formados. Ahora las conversaciones entre los jurados resisten gracias al montaje ágil que también frena el abuso habitual del público que aplaude a todo y el presentador que lo presenta todo varias veces. Pero vistas las carencias para explicar algunas elecciones y eliminaciones lo complicado será generar un proceso formativo para los concursantes. Aunque no es la música lo que se persigue, aborrecida por la televisión actual, sino el cruel rigor de los concursos.

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