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OBITUARIO

Liborio Noval, los ojos de la revolución castrista

Sus fotografías muestran medio siglo de historia de Cuba

Liborio Noval, trabajando el pasado mes de marzo.
Liborio Noval, trabajando el pasado mes de marzo.D. BOYLAND (REUTERS)

Como los también desaparecidos Alberto Díaz Korda, Ernesto Salas y Raúl Corrales, Liborio Noval formaba parte de ese famoso cuerpo de fotógrafos cubanos que en los años sesenta forjó con su cámara la iconografía y el imaginario de la revolución. Los principales protagonistas de sus imágenes fueron en aquel momento los jóvenes líderes de aquella aventura guerrillera que acabó con el régimen de Fulgencio Batista y que encandiló durante un tiempo a la intelectualidad de Europa y América: Fidel Castro el primero, pero también su hermano Raúl, el Che Guevara, Camilo Cienfuegos o el mítico Manuel Piñeiro Barbarroja.

Junto a los personajes de carne y hueso, Liborio Noval y sus compañeros retrataron los grandes hitos de la revolución: la reforma agraria, los combates de bahía Cochinos, las alocuciones de Castro en la plaza de la Revolución, los desfiles de las milicianas con fusiles Kaláshnikov y pintura roja en los labios, las marchas del Primero de Mayo, la artillería antiaérea apuntando al cielo en el malecón durante la crisis de los misiles, las jornadas de trabajo voluntario, la zafra de los setenta y, por supuesto, el pueblo cubano como sujeto colectivo.

Nacido en La Habana en 1934 y fallecido en la misma ciudad el pasado 29 de septiembre, a la edad de 78 años, puede decirse que Liborio Noval era uno de los últimos fotógrafos históricos de la revolución cubana que seguía publicando en la prensa diaria. Su carrera comenzó en los años cincuenta en el sector de la publicidad. En enero de 1959 entró a trabajar en el laboratorio del periódico Revolución y un año más tarde pasó a ser fotógrafo de plantilla del diario que luego se convertiría en Granma, órgano del Comité Central del Partido Comunista, donde sus fotos aparecieron hasta su muerte.

Tras la llegada al poder de Castro, trabajó en la revista del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), donde conoció al Che Guevara. Hay que aclarar que tanto Noval como Korda y el resto de aquel grupo no fueron simples documentalistas de la revolución, sino que se sentían parte y protagonistas del proceso y militaron activamente en su causa, por eso los detractores del castrismo los consideraron siempre simples propagandistas.

En su trayectoria como fotorreportero destaca su trabajo como corresponsal de guerra en Vietnam y Nicaragua, además de haber sido un habitual acompañante de Castro en la mayoría de sus viajes por el extranjero. “En el caso del comandante en jefe lo tengo fotografiado desde todos sus ángulos: de frente, de espaldas, de perfil, de contraluz… Pero, sinceramente, para hacerle una buena foto siempre he tenido que cazarlo”, declaró en una entrevista publicada en la prensa oficial.

En 1999 publicó el libro Instantáneas, en el que recogía 77 imágenes de Fidel Castro tomadas durante casi medio siglo de vida. También retrató La Habana, sus esquinas y personajes, y en los últimos tiempos participó en numerosas exposiciones internacionales sobre la revolución cubana, muchas de ellas colectivas, con obras de todo aquel grupo de fotógrafos. En 2001 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo de Cuba.

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