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Las siete azarosas y fecundas décadas de Ariel

La editorial celebra su 70º cumpleaños con un premio de ensayo para blogueros jóvenes Especializada en ensayo y pensamiento, Savater ha participado en el libro conmemorativo

De izquierda a derecha, Manuel Sacristán, Josep Maria Calsamiglia, Mario Bunge y Alexandre Argullós, ante la fachada del edificio de Ariel en Esplugues de Llobregat.
De izquierda a derecha, Manuel Sacristán, Josep Maria Calsamiglia, Mario Bunge y Alexandre Argullós, ante la fachada del edificio de Ariel en Esplugues de Llobregat.

Quién les iba a decir a Josep Maria (Pep) y a Alexandre Argullós que aquella editorial, Ariel, que fundaron en 1942, iba a sobrevivir siete décadas fecundas y azarosas y que aborda su 70º aniversario con el tesón de afrontar los difíciles retos que se le plantean. Pep estudió filosofía y Alexandre, derecho. Dieron clases en la universidad, pero la Guerra Civil truncó sus carreras académicas. En 1939 se les prohibió regresar a la universidad. Le echaron imaginación y empezaron a vender los apuntes de clase de algunos profesores amigos. De ahí a fundar Ariel solo hubo un paso.

Ariel significa ensayo y pensamiento, divulgación de calidad y rigor. Dice Fernando Savater en el librito conmemorativo que ha hecho la editorial: “Muchas de las obras más importantes, más significativas, de las que más nos han inspirado en nuestro trabajo, las hemos leído bajo el símbolo de la editorial Ariel. Hay también muchas obras que hemos descubierto gracias a esa editorial, es decir confiábamos en sus criterios y aunque apareciera un libro de un autor que no conocíamos, decíamos: 'si está editado en Ariel será bueno”.

Savater es un buque insignia de Ariel. Su Ética para Amador, publicado en 1991, ha superado el millón de ejemplares y se ha editado en 30 lenguas. Puntual a la cita de los 70 años, acaba de sacar Ética de urgencia, una reflexión sobre los valores y libertades en la generación actual y “vislumbrar”, dice en el prólogo, “los nuevos debates éticos que apuntan hoy entre quienes tienen la edad de Amador”.

En los años cuarenta y cincuenta, tiempos de represión y censura, Ariel publicó libros de medicina, economía, derecho y filosofía. Pronto, en una época en que ni siquiera se pagaban adelantos, Calsamiglia y Argullós introdujeron en España a Raymond Barre, Maurice Duverger o Bendetto Croce. Se incorporó a Ariel Joan Reventós, uno de los fundadores del PSC y gracias a sus contactos se organizó un impresionante consejo editorial: Manuel Jiménez de Parga, Josep Fontana, Ernest Lluch, Manuel Sacristán, Francisco Rico, Fabián Estapé, Salvador Giner, Joan Sales… un lujo de diferentes saberes unidos en la lucha antifranquista.

A finales de los sesenta hubo aires de euforia en Barcelona. Se presentía el fin de la dictadura. La editorial se animó a publicar títulos como Así cayó Alfonso XIII, de Miguel Maura o Tres días de julio, de Luis Romero. Raymond Carr, Hobsbawm, Bobbio, Marcuse, Althuser, Pierre Vilar, Eugenio Trías, Emilio Lledó o Chomsky, entre tantos otros, se introdujeron en el catálogo de Ariel.

La joya de la corona, Ariel Quincenal, una colección de bolsillo de ensayo, llegó de la mano de Manuel Sacristán y Xavier Folch. A principios de 1968, Folch, entonces director editorial, le encargó su diseño a Alberto Corazón, que ya colaboraba con la casa. Ya existía Alianza y Austral, que nació en el exilio y luego regresó a España. “Ariel me permitió acceder a mi mayoría de edad como diseñador”, cuenta Corazón en el libro conmemorativo. Hizo cubiertas muy sobrias, siempre con la misma tipografía, “la Helvética que nadie utilizaba, un luto que acotaba la superficie y una iconografía de base documental”. Hobsbawm, Touraine, Lenin, Chomsky, Gonzalo Anes, Galbraith, Keynes… De Introducción al Derecho, de Ángel Latorre, se vendieron 80.000 ejemplares.

Los sesenta fueron gloriosos para Ariel, pero entrados los setenta empezaron los problemas económicos. Su primera sede fue en el edificio Montaner i Simon, en la calle Aragón, donde se halla ahora la Fundación Tàpies; de ahí pasaron a la calle Berlín y luego, fuera de Barcelona, en Esplugues de Llobregat. Había que renovar las máquinas del taller y el sistema de encuadernación. No pudo hacer frente a la inversión. Primero intentó una fusión con la editorial Labor que fracasó y después sí lo hizo con Seix Barral para compartir gastos. El Grupo Planeta compró ambos sellos en 1982.

Y ahí sigue con sus más hermanas que primas Crítica y Paidós. Su actual director, Francisco Martínez Sorias (le precedieron, aparte de los fundadores, Folch, Rafael Borràs, Marcelo Covián, José Luis Castillejos y Mauricio Bach), afirma que no hay problemas entre ellas, se coordinan. “Tenemos la libertad de selección y autonomía, mientras la cuenta de explotación funcione”.

Para Martínez Soria, reconstruir la historia de Ariel ha sido casi una “labor de arqueología, pues su memoria estaba dispersa”. “El 70 aniversario nos sirve para recoger lo que ha representado Ariel en la cultura española en los 60 y 70 y que se ha olvidado un poco. Es un homenaje a aquella época envidiable e irrepetible, en la que había curiosidad y crítica. Ahora estamos en otro mundo”.

La editorial se enfrenta a nuevos retos. “Ariel está muy vinculada al mundo académico. Los manuales ya no se venden, entre otras cosas porque no los contempla el Plan Bolonia. Mantenemos los que tenemos pero no editamos nuevos. Potenciamos la divulgación”. Martínez Soria cita la colección Quintaesencia, “una especie de homenaje a Ariel Quincenal”, que se adapta a las nuevas necesidades de los lectores con textos clásicos y de referencia en formato más reducido, cercano y económico. “Si antes un libro tenía 800 páginas, ahora tiene 300”.

Un ejemplo es la serie 50 Cosas que Hay que Saber, con una factura muy gráfica textos cortos, destacados, cronología. Se han publicado 50 Cosas sobre economía, política, literatura, arquitectura, matemáticas, física, etcétera. “Hecha por buenos especialistas, y todos traducidos”. Recuerda a la popular colección francesa Que Sais Je, pero con una factura absolutamente moderna, como de web. “El reto es cómo trasladar todo esto a la red”.

“El futuro está por pensar, pero será claramente digital. Perdurará el papel, pero cada vez tendremos que hacer mejores libros y de más calidad, en los que predomine la belleza. Lo que me preocupa no es si se leerá en papel o en soporte electrónico, lo que me preocupa de verdad es si habrá lectores, una nueva generación crítica y curiosa. Las editoriales tenemos que ser rentables, pero también tenemos una vocación social y necesitamos receptores, lectores que no se limiten a hacer un simple barrido por la red cuando algo les interesa. ¿Cómo vamos a recuperarlos?”.

Desde 2010 están renovando el diseño de su decena de colecciones, aunque respetando el diseño tradicional. Y con motivo de sus 70 años han convocado el Premio Ariel a los Mejores Blogueros Jóvenes de Ensayo. “No ha sido fácil. Hemos seleccionado siete y les hemos pedido que escriban un ensayo sobre la actualidad”. El libro, Los nuevos inquilinos. Ensayos para un mundo pendiente, se presentará el próximo lunes en la fiesta de sus siete décadas.

Otra manera de celebrarlo es la edición conmemorativa de cinco de sus títulos que resumen el catálogo y el buen hacer de Ariel: Historia del análisis económico, de Joseph A. Schumpeter; Cinco estudios de la historia de España, de Jaume Vicens Vives; La cultura del barroco, de José Antonio Maravall; Los trovadores, de Martín de Riquer, y Diccionario de filosofía, de José Ferrater Mora.

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