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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Carne cruda

Manuel Rivas

En los últimos meses, en un país del Occidente más próximo, se ha liquidado una experiencia neutral e independiente de medios de comunicación públicos. Un país donde el Gobierno ha fulminado ese modelo de pluralismo y rigor, tan laboriosamente conseguido, y lo ha hecho utilizando un procedimiento de excepción, por decreto-ley, para reventar uno de los cimientos de la confianza básica que sostiene una democracia. Esa alteración ha sido seguida de inmediato de una cadena de ceses y nombramientos basada en la política de amigo/enemigo, tan cara a los patrones autoritarios.

Si nos atenemos a la precisión histórica, lo que se ha producido es un proceso de purgas y de apropiación sectaria de la televisión y radio públicas. No hablo de la Venezuela de Chávez. Ni de la Hungría de Orbán. Hablo de la España del Como Dios Manda. Este ha sido un verano de incendios forestales. Pero también se ha quemado parte de la mejor madera del periodismo español: Ana Pastor, Juan Ramón Lucas, Xavier Fortes y los editores y presentadores del equipo que dirigía Fran Llorente.

El cinismo imperante pretende hacernos creer que hay una lógica interna en los relevos de RTVE después del cambio político. Pero los cesados no son políticos. Son periodistas con un balance inapelable. Con menos medios que en tiempos pasados, colocaron a RTVE en su mejor momento. Nunca los informativos estatales habían sido tan fiables, ni tampoco, desde que existe pluralidad de cadenas, se habían mantenido tanto tiempo a la cabeza de audiencia.

Por decirlo a la manera olímpica, tan del gusto de Rajoy, se les despide después de ganar una medalla. No, no es un relevo. Es una caza de brujas. Las purgas se han ido produciendo sin apenas respuesta en la opinión que se reclama liberal, en un escandaloso silencio de vacaciones morales. Qué vergüenza. Hay quien ve todo esto como parte del paisaje natural. El que el partido vencedor, además por mayoría absoluta, actúe siempre como una facción de intereses. Lo siento, pero no me acostumbro a este triunfo del dopaje ideológico. A esta pulsión cainita. Además de injusto, todo esto es absurdo.

Los conservadores ganaron las elecciones con el defenestrado modelo público. Y antes las habían perdido por causa del servicio de manipulación, que ahora está de vuelta. Hay días en que se retrocede siglos. No aconsejaría a las dos chicas punkies del grupo Pussy Riot, huidas de Rusia, acercarse por aquí. ¡El último programa inteligente devorado, en Radio 3, se llama Carne cruda!

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