_
_
_
_
_
LEANDRO, EL FANTASMA DE LA MONCLOA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Xavi, Alba y los amigos de Palermo

Malo era que el presidente les contara mil veces lo de Monti y lo del Príncipe, por no hablar del lenguaje de comentarista deportivo.

José María Izquierdo
FERNANDO VICENTE

Os he contado ya la cara que se le quedó a Monti cuando Silva remató de cabeza?, preguntó Mariano a todos los ministros, que los había reunido para comentar el 4-0 a Italia.

—¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Sí, varias veces!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!, gritaron los catorce.

—¿Y lo contento que se puso el Príncipe cuando Alba metió el segundo?

—¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Sí, varias veces!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!, volvieron a gritar los catorce.

—Bueno, bueno, es que la jugada fue para enmarcar, la precisión del pase de Xavi a Alba, y cómo el menudo defensa, ya blaugrana, superó sin paliativos al experimentado cancerbero de la selección albiceleste…

Malo era que el presidente les contara mil veces lo de Monti y lo del Príncipe, por no hablar del lenguaje de comentarista deportivo. Lo peor es que se empeñó en repetir el gol. Y eso que tenía a todo el gabinete de los nervios…

—Presidente, verás, lo de la selección estuvo muy bien, of course, pero es que el Ecofin es esta semana, decía Guindos, angustiado…

—…Y yo es que loco con IVA ando, acertaba a decir Montoro…

—…El rescate, los bancos, insistía Guindos con voz temblorosa…

—…Para no hablar de todo lo que va a haber que legislar, intervino Soraya, que estoy yo haciendo ya una ley de…

—Señor presidente, le llama José Luis Rodríguez Zapatero, asomó una secretaria.

—Un detalle, oye, un detalle, que seguro que llama para felicitarme por el triunfo de España…

—Hola Mariano, soy José Luis… Que te llamaba para felicitarte por lo de ayer…

—Te lo agradezco, sí, fíjate, campeones de Europa…

—Sí, bueno, lo hago con mucho gusto…

—Un gran partido…

—Sí, sí, bueno, verás, yo también quería recordarte lo de Sudáfrica… Sí, claro, campeones del mundo, ¿recuerdas? No de Europa, no: del mundo. Que es más importante, claro… Yo la tuve en las manos, sabes…

—No, si la tuya está bien, sí, pero es solo de Europa… Yo también tuve en mis manos otra de Europa, sí…

—Pero aquellas fueron por los pelos, te recuerdo, contestó Rajoy, las dos por 1-0, que ahora han sido cuatro goles como cuatro soles. Estábamos hablando ahora precisamente del golazo de Alba…

A mí me había dado la noche, que primero me hizo rematar de cabeza una pelota que había hecho con los informes jurídicos que había elaborado Soraya para meter el toro de Osborne en el escudo nacional; luego, esprintar como un poseso para emular a Alba, para continuar con el Niño y luego hacer de Mata… Una asfixia, que los fantasmas no estamos acostumbrados a correr, y menos un fantasma tan señor como yo. Los ectoplasmas son otra cosa, aunque el pobre Om ya las pasaba de a kilo cuando a Zapatero y a Sonsoles les daba por correr por los montes de El Pardo…

Lo terrible llegó después.

—Oye, Leandro, estoy pensando hacer a Del Bosque ministro de algo. No sé, pero es que de Deportes me sabe mal, que parece poco. Lo mismo le hago ministro de Economía. Total, lo que tiene que hacer es hablar con Bruselas para que nos digan lo que tenemos que hacer… Y como tiene buen carácter y eso, a lo mejor nos obligan a recortar menos…

Como uno ya está acostumbrado a las ocurrencias de los presidentes, ni me inmuté. No sé yo, le dije. No parece el mejor momento, que a lo mejor Del Bosque prefiere seguir ganando trofeos, que le reciban con honores en todos lo sitios y además que le paguen una pasta. Y aquí, pues ya sabes, qué quieres que te diga…

—Tienes razón, sí… Oye, ¿y si le digo que le cambio el puesto? ¡Es que esa copa, Leandro, esa copa! Por cierto, ¿te he dicho la cara de Monti cuando…?

Los ministros, ya digo, de los nervios.

—…Que nos van a intervenir, Mariano, que nos van a intervenir, se oía decir a alguno…

—Sí, sí, ahora vamos, ahora vamos… Pero al jardín, que quiero explicaros bien lo de Xavi y Jordi Alba…

—¿Al jardín?, gritaron varios.

—¡He dicho que al jardín!

Así que no tuvieron más remedio que bajar al verde. Se instalaron todos en un huequito con césped, mientras los conserjes traían las sillas y hacían dos porterías improvisadas con las carteras ministeriales.

—¡Qué gracioso, como en el cole!, dijo Gallardón.

—Espero que de curas, le interrogó Fernández Díaz.

—Jesuitas, Jorge, jesuitas…

—A lo nuestro, cortó Mariano. A ver, Montoro, tú que eres como Alba…

—¿Rápido, presidente?

—No, bajito. Venga, yo me siento aquí y hago de Xavi, tú vienes corriendo desde atrás como un gamo…

—Fiuuu…

—No. Hombre, no, mucho más rápido, si has llegado andando, así no se puede hacer nada… Venga, más rápido, Cristóbal, que tú puedes…

—Fiuuuuuuuuuu….

—Pero tienes que dar a la pelota, hombre, que te la has dejado atrás…

—Yo quiero, yo quiero, daba grititos Ana Mato…

—Enséñale a Cristóbal, Guindos, enséñale, que tú eres un tipo con agallas…

—Fiuu…

—He dicho corriendo, Luis, corriendo…

—Como acreedores si te persiguieran de Lehman Brothers, dijo Montoro, que ya iba recuperando el resuello…

—Fiuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu…

—¡Uy, por qué poquito!

—Wert, Soria, Morenés, Alberto, todos en fila que de aquí no nos vamos sin meter el gol… Tú mejor no, Miguel, no vayamos a tener un disgusto. Y tú tampoco, Margallo, que ya no tienes edad…

—Si España y mi presidente…

—Ya, ya, pero déjalo. Puedes hacer de Buffon…

—Hombre presidente, mi lealtad es inquebrantable, pero a mi edad y con mi cargo, tan representativo, tener que hacer de bufón…

—No, no, del guardameta italiano, que se llama Buffon… Venga, venga, a la portería…

Tuvieron que encender los focos del palacio porque se les hizo de noche y aquel maldito pase no había quien lo rematara…

—Presidente, que la cosa de Europa está terrible y tendríamos que trabajar… insistía Soraya, que siempre estaba a lo que hay que estar…

—¿Y si pruebo yo?, gimió Fátima Báñez…

—No, no, tú haces de Balotelli al final del partido. Te sientas y lloras. Desconsoladamente. A ver, Fátima, que eso a ti se te da muy bien…

—¡Ay, Virgen del Rocío, ayúdame a pasar los tragos que me esperan, que lo mismo tengo que rebajar las pensiones, buaaaaa, y también el paro, buaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa…

—Igualita que Balotelli, oye, igualita. Un poco menos morena, sí, pero con ese sentimiento que le echas…

—¡Yo quiero jugar, yo quiero jugar!, insistía la ministra de Sanidad…

Desesperado de oírla, Mariano cedió.

—Otra vez, que ya has visto como es… Vamos, yo te centro así…

—Mía, mía…

—¡Con la mano no, Ana, con la mano, no, que el fútbol se juega con los pies!

—Siempre queréis reiros de mí, jolines. Pues yo he visto con estos ojitos a un futbolista muy guapo que se llama Castillas o algo así, que la coge con la mano. Y además besa a una chica monísima, Sara no sé qué…

—Carbonero, terció Ana Pastor, que disfrutaba demostrando a Mato que sabía más de todo que ella…

—Pero cómo va a trabajar de carbonero ese chico si siempre está limpísimo, que da gusto verle…

—Por cierto, que no os había dicho que Monti me dijo al despedirse una cosa que no entiendo. A ver si alguno sabéis qué quiso decirme… Se acercó mucho y me susurró a la oreja: “Ho alcuni buoni amici a Palermo...”. Y ahora que me acuerdo, hay que ver, ya me lo dijo al acabar el primer partido, que yo le sonreí y le contesté, sí, sí, yo tengo otros amigos en Pontevedra… Y es más, fíjate qué casualidad, Draghi me había dicho lo mismo… Incluso Monti y Draghi se fueron de aquella reunión que duró tantas horas mirándonos a Merkel y a mí con una pregunta muy parecida: Gli abbiamo detto che abbiamo pochi buoni amici a Palermo?

De Guindos se quedó pálido.

—Son más raros estos italianos, dijo Rajoy, vaya sitio para ir a tener amigos…

“Estamos sentenciados. Nos va a caer la del pulpo”, oí que le decía Morenés a Cañete, que ya tenían práctica en ciertos asuntos y lo habían entendido muy bien…

Mañana, siguiente capítulo: Intervenidos y pobres. Pero dignos.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_