Intolerable
Bien sea por ignorancia sobre los mecanismos de Internet, por desidia, por convencimiento moral, por respeto a los creadores, o por tomarnos en serio las campañas que pretenden convencernos de que la piratería es un robo, un crimen y no sé cuántos delitos más, hay gente que esperamos pacientemente o en estado de progresiva irritación a que aparezcan en las tiendas las series que amamos. Somos incapaces de esa aberración consistente en seguirlas a través de su pase televisivo, a capítulo por semana, dobladas, coordinando nuestro tiempo con sus horarios. Se supone que alimentamos esa industria a un precio excesivamente caro, pagando 40 o 50 euros por pack en DVD o en Blu-ray. Pero no entendemos los marcianos criterios que rigen su lanzamiento en el mercado, las larguísimas e insoportables demoras, las razones de que a veces aparezcan en un soporte o en el otro, o que interrumpan caprichosamente su venta a partir de una determinada temporada. Y asistes con estupor a la incapacidad o la estupidez de los que no saben velar por su negocio y amargan la existencia del anhelante o ya hastiado comprador, su invitación permanente a que te que busques la vida transformando a los honrados en corsarios.
Por ejemplo, después de cinco o seis años de espera seguimos sin saber cuál es el desenlace de la extraordinaria serie de HBO Deadwood, ese western salvaje y lírico, con diálogos y personajes que desprenden aroma shakesperiano. Sacaron las dos primeras temporadas y solo podemos imaginar cómo será la tercera. Las últimas noticias que he tenido de ese cómico sarcástico, corrosivo y más que inteligente llamado Larry David es que su serie Curb your enthusiasm ha finalizado la octava temporada. En España solo pusieron a la venta las dos primeras y no hay señales de que vayan a tener continuidad.
Acaba de aparecer en DVD la tercera temporada de la perturbadora e insólita Breaking bad. Pero algunos envidiados amigos me aseguran que la mejor es la quinta. Si hay suerte, en España podremos comprarla en el próximo siglo.