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Ricardo Fernández del Moral, Lámpara Minera en La Unión

El ganador del festival es un sorprendente cantaor-tocaor que se acompaña a sí mismo al cante

Ricardo Fernández del Moral, en La Unión.
Ricardo Fernández del Moral, en La Unión.PEDRO VALEROS

Un sorprendente cantaor-tocaor, que se acompañaba a sí mismo al cante, Ricardo Fernández del Moral, ha obtenido este sábado la prestigiosa Lámpara Minera de la 52 edición del Festival Internacional del Cante de Las Minas de La Unión, dotada con 15.000 euros. Ricardo Fernández, de 36 años y natural de Ciudad Real, ha obtenido además otros cuatro premios: soléa, toná, malagueñas y tarantas. De esta manera, este artista flamenco, no demasiado conocido aunque ya con muchos años dentro del mundo jondo, se coloca a la altura de verdaderos mitos de este concurso, como Luis de Córdoba o Miguel Poveda, que en su día, además de La Lámpara, ligada al cante por mineras, obtuvieron varios premios más en la misma edición.

El público estuvo desde el primer momento con él, por la calidad de su voz, pero también por la simpatía que despertaba alguien que se acompañaba al toque además con notable virtuosismo, y el éxito de este artista parecía cantado, aunque competía con un rival de altura: el onubense Guillermo Cano que, como él, había llegado a la final compitiendo en varios cantes, incluida la minera, palo que da la posibilidad de obtener el máximo trofeo del certamen: La Lámpara; sin embargo, tuvo que conformarse con un premio por cartageneras.

El premio de guitarra, dotado con 6.000 euros y trofeo Bordón Minero, quedó desierto

El premio de guitarra, dotado con 6.000 euros y trofeo Bordón Minero, quedó desierto; el segundo fue para Alberto López. En instrumentistas flamencos, el primer premio, dotado con 6.000 euros y trofeo El Filón fue para el flautista Oscar Manuel Gómez, mientras que el segundo lo obtuvo Alfonso Aroca. Todos estos premios fueron bien recibidos por el público, que aplaudió la decisión del jurado.

La sorpresa desagradable, que produjo incluso cierto escándalo, vino en el premio de baile, El Desplante. A la final habían llegado Jesús Carmona, un bailarín de 26 años que ha formado parte entre otras compañías del Ballet Nacional, y la jovencísima bailaora murciana Cynthia Cano. El premio, dotado con 9.000 euros, fue para Jesús Carmona. El revuelo no se debió a esta circunstancia, sino al hecho insólito e inédito en este festival de dejar desierto el segundo premio. Parte del público no entendía lo que ocurría, porque ni siquiera se anunció que el segundo premio había quedado desierto, ignorándose por completo que esa noche había bailado, y bien, Cynthia Cano; lo que unas noches antes se consideraba meritorio hasta el punto de llegar a la final, aparentemente se despreciaba y silenciaba. Pareció un acto de sadismo innecesario y una flagrante contradicción por parte del jurado.

Concluye así una edición del festival que cada año se asienta más como el primero en su género, y que ha sorteado la crisis con imaginación y logrado convocar a numeroso público.

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