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Un mundo raro

La muerte de Chavela Vargas se ha visto redeada de homenajes y dedicatorias Su 'Epílogo' en Canal + fue una narración del infierno a la que la llevó el alcohol

Juan Cruz

Chavela Vargas, Doña Chavela, dice lo mismo de muerta que de viva. Su Epílogo en Canal + fue el desafío de una laica sin compromisos con la corrección política, religiosa o sexual, una convocatoria a las putas para que fueran a su entierro, un desafío a Dios… y al Diablo. Fue una narración del infierno a la que la llevó el alcohol y una denuncia de “los apóstoles borrachos” que nos hicieron creer cosas que Cristo no dijo. Cuando ya sabía que lo que dijera se escucharía con ella del otro lado, anunció que “muchos hipócritas” la irían a llorar. Y a todos les dijo: “Que me recuerden como les dé la gana”.

Pues eso mismo les dijo a Macarena Rey y a Manuel Palacios 12 años antes, cuando ya ella era una celebridad en España, y los condujo para hacer juntos un documental que Canal + volvió a emitir (después del Epílogo) cuando en México ya estaban tocando su adiós los últimos mariachis. En este documental, Chavela aparece diciendo todas aquellas cosas (menos lo de los “hipócritas”, que vete a saber si lo dijo “desde muerta”). Pero se burló de las parafernalias (“¡vendrán a mi entierro las putas y la jet-set de España, ja ja!”), y dijo de España algo que deletreó casi: “España es la hembra de Europa, cachonda y morena”.

De esta pasión de Doña Chavela tiene toda la buena culpa el editor Manuel Arroyo, que difundió su voz con un entusiasmo de hijo pródigo; una dedicación en la que entonces casi solo creyeron Pedro Almodóvar, Elena Benarroch y Joaquín Sabina, que también es hijo de sus canciones.

El documental fue entonces un alarde y ahora, a la vista de la magra producción que hay de productos así, se ve como un trabajo excepcional. Carlos Monsiváis, el intelectual pop-rock que dio México y que, como ella, ya no está, dijo en esta cinta que Chavela hizo la crónica del fracaso amoroso, y por eso nos afecta tanto, y fue ella misma el triunfo de la memoria. Cuando, en el documental, terminó ella cantando Un mundo raro, la célebre composición de su cuate José Alfredo, y tras aquel epílogo alegre, los españoles que supimos de ella gracias a Arroyo entendimos mucho mejor lo que decía Monsiváis. Un Epílogo de este, por cierto, tampoco hubiera tenido precio.

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