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La alternativa animal a los Juegos Olímpicos

El corto de Leo Bridle y Amaël Isnard narra una peculiar carrera de relevos a lo largo de Londres

Fotograma del corto 'Olimpic Vermin'.
Fotograma del corto 'Olimpic Vermin'.

Los Juegos Olímpicos de Londres también se disputan en el mundo animal. Quien no lo crea que le de al play en el vídeo de abajo. Una ardilla londinense porta un cigarrillo humeante que flamea cual antorcha olímpica. Tras saltar, esquivar obstáculos y trepar por los arboles, usa la llama para hacer arder la ramita que sujeta una paloma con su pico. Esta, a su vez, enciende una cerilla que una trucha del Támesis agarra con sus aletas. La trucha prende la bengala de una rata y al fin, todos los animales se congregan en un contenedor que arde ante el estadio olímpico.

Contado no parece muy verosímil, pero visto en Olympic Vermin (Parásito Olímpico), el corto de Amaël Isnard y Leo Bridle, resulta tan natural y fluido como la vida misma. A priori uno tiende a asociar los animales parasitarios, los escombros y la quema del contenedor con un mensaje contraolímpico o con una reivindicación ecológica, pero los autores niegan las segundas intenciones. “Me gustaría decir que hemos reflexionado mucho en torno al mensaje crítico y político de nuestro corto, pero la verdad es que nuestra principal motivación era hacer algo divertido. Nuestros animalitos usan la basura solo porque es el material que tienen a su alrededor para trabajar. Es su propia ceremonia punk”, aclara Leo Bridle.

Pero como muchas veces ocurre, ni siquiera el creador de una obra es consciente de las múltiples interpretaciones que el público genera. Y en el caso de Olimpic Vermin, la lectura satírica casi se impone. El corto esquiva el Londres glamuroso para adentrarse en los barrios populares donde la gente vive y trabaja. Los autores pretendían realizar una fábula en la que todo el mundo fuera partícipe de la máxima competición deportiva, “hasta las palomas, las ratas y las truchas”. Pero el resultado es un puñetazo a la imagen pulcra y comercial que refleja la publicidad olímpica.

Para grabar la visión de los animales, los autores trabajaron con una pequeña cámara fácil de mover. Consiguieron emular el vuelo de las palomas atándola en un palo de cinco metros. Bridle se encargó de las escenas urbanas: “Fue muy divertido caminar por la calle repleta de gente mientras sujetaba cuidadosamente el palo con la cámara”. Por su parte, Amaël Isnard se encargó del diseño de los animales, que se mueven como figuras de papel. El rodaje del corto, de un minuto y 46 segundos de duración, tomó dos meses.

Aunque no se alineen en el espíritu contraolimpico, la intención de Isnard y Bridle tampoco es del todo amable con la celebración. “El concepto de los Juegos Olímpicos es maravilloso, y creo que la mayoría de los londinenses están felices de poder disfrutar de todos estos deportes increíbles y tener al mundo entero pendiente de su ciudad”, comenta Bridle, “el problema para mí es que se hace de forma excluyente. Todo este circo de medidas de seguridad organizado por esos lameculos te hace sentir que no formas parte de sus juegos. Me siento como si hubiera una gran fiesta en mi ciudad a la que no nos han invitado”.

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