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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Barato

Entre el verano, el deporte y la crisis, la información televisiva sobre Siria tiene estos días algo de fast food.

Javier Rodríguez Marcos

Al cantante Tom Waits le debemos, como mínimo, un disco histórico —Swordfishtrombones—, una canción escalofriante San Diego Serenadey una teoría que él aprendió de su amigo Jim Jarmusch, el director de cine. Es esta: “Rápido, barato y bueno… Elige dos de esas cosas: si es rápido y barato no será bueno, si es barato y bueno no será rápido y si es rápido y bueno no será barato”. No resulta difícil darle la razón porque el teorema de Waits vale para casi todo, incluida la televisión.

 La pulsión de la inmediatez, la obsesión por los recortes y la costumbre del gratis total están a un paso de hacernos creer que aprenderemos inglés en diez lecciones y que un día la paella será comida rápida. Es cierto que leyendo las crónicas de guerra y las de fútbol entendimos aquello de que el genio es talento bajo presión, pero lo que nadie ha conseguido demostrar es que eso fuera barato. Sobre todo porque el talento en la información es una mezcla de olfato y memoria. Aunque Google pueda echar una mano con lo segundo, la Red no huele a nada.

Entre el verano, el deporte y la crisis, la información televisiva sobre Siria tiene estos días algo de fast food. Sin gente sobre el terreno que cuente lo que ve —la regla más obvia del buen periodismo, también la más cara— hemos de conformarnos con la versión del Gobierno y la de los insurgentes o con el vídeo crudo de un fusilamiento. Vista así, la guerra se parece a ese relleno que siempre viene de EE UU para contarnos que un avión aterrizó por accidente en una piscina de Oklahoma. Y no era olímpica.

Además de la objetividad de sus redactores, la gran potencia de TVE ha sido siempre su ejemplar red de corresponsales y enviados especiales. Con el resto de las cadenas buscando abrigo —y ahorro— en la sección de sucesos, esa red sigue siendo un patrimonio de la democracia (ese invento tan unido a la prensa). Algún día, esperemos, entrará en Siria. Entre tanto, la información no desaparecerá, pero como con la política, cuando tú no la haces alguien la hace por ti: otros escribirán la historia, nosotros leeremos las solapas y haremos el comentario de texto (tertulianos no faltan). Luego dicen que el pescado es caro.

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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.

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