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Huelva enloquece con José Tomás y Morante de la Puebla

La plaza, hoteles y restaurantes cuelgan el cartel de ‘no hay billetes’ El mano a mano se convierte en un auténtico acontecimiento taurino, económico y social

Antonio Lorca

La ciudad de Huelva ha colgado, materialmente, el cartel de ‘no hay billetes’. No entra un alfiler. Gentes llegadas de toda España y del extranjero abarrotan hoteles, restaurantes y las calles de una localidad que celebra sus Fiestas Colombinas, y ha elegido como día grande el que estaba anunciado en los carteles taurinos con el mano a mano de dos figuras tan rutilantes como José Tomás y Morante de la Puebla, erigidos en una poción mágica contra la crisis y en protagonistas de un acontecimiento taurino, económico y social.

El éxito de la imaginativa y novedosa idea empresarial ha tenido su inmediata repercusión económica en hoteles, restaurantes y comercio. Es tal la locura reinante que la Asociación Provincial de Hostelería ha entregado esta mañana a los empresarios taurinos una placa en la que deja constancia de su agradecimiento por los beneficios que la feria taurina ha reportado a la ciudad. Su presidente, Iván Gómez, explicaba exultante a este periódico que "estos dos señores -los gerentes de la plaza- hacen más por Huelva en dos días que mucha gente en todo un año". Y añadía algo más: "Habría que nombrar a José Tomás alcalde perpetuo para demostrarle nuestro agradecimiento".

La verdad es que el torero de Galapagar provoca un importante movimiento económico allá por donde va. La pena es que se mueve poco. Aun así, y según un estudio de Juan Medina, profesor de Teoría Económica de la Universidad de Extremadura, su minitemporada de tres corridas (Badajoz, Huelva y Nimes) tendrá un impacto de siete millones de euros, de los que dos corresponderían a Huelva: 800.000 euros por recaudación en taquilla; 300.000 euros en hostelería, transporte y alojamiento, y un movimiento inducido de la demanda de otros sectores que llegaría a los 900.000 euros.

A pesar de su voluntario e inexplicable retiro de las plazas de mayor responsabilidad, el nombre de José Tomás sigue siendo un imán para las multitudes. De hecho, su presencia ha servido para que los abonos de la feria se vendieran como rosquillas, y la propia empresa de la plaza ha cifrado en más del 70% el aforo vendido; es decir, unos 5.000 abonos, de los cuales más de la mitad corresponderían a solicitudes procedentes de fuera de Andalucía, entre los que hay que incluir aficionados portugueses, franceses, italianos, ingleses, suizos, mexicanos y norteamericanos.

Qué pena, sin embargo, que este suceso tan especial no se pueda repetir en ferias de mayor exigencia, lo que lo convertiría, de verdad, es una gesta para la historia.

Sea como fuere, queda patente el acierto de los empresarios de la Merced, que explicaban hace unos días que José Tomás cobrará una cantidad cerrada, y no un porcentaje por los abonos vendidos y la taquilla; que no han subido el precio de las entradas (72 euros, el tendido de sombra; 66, el de sol y sombra, y 44, el de sol), y que se conforman con que la feria no les cueste dinero.

Lo que está claro es que en el ruedo se encontrarán dos figuras grandes, dos concepciones toreras tan parecidas como distintas en la búsqueda de la pureza como objetivo final.

Dos psicologías aparentemente semejantes, personajes tímidos, huidizos, celosos de su intimidad; dueños de trayectorias salpicadas de desencuentros y fantasmas personales, y preñadas de magia; poseedores ambos de una honda vida interior, y tocados con la varita mágica de la grandeza artística.

Tomás es un guerrero samurai que ama la vida, pero que está dispuesto a despreciarla, si hace falta ante el toro. Busca el triunfo y la pureza con desesperación. Tanto, que puede aceptar la cornada en su deseo de no defraudar. Su toreo es tan auténtico como dramático.

Morante es tan irregular como genial. Un bohemio con capacidad para transfigurarse en un artista embriagado de inspiración. Un torero barroco, poseedor de un hondo sentido de la armonía.

Ambos cuentan con fieles partidarios. Este es el caso de Fernando Atenciano, reconocido aficionado ecijano, que sigue a Morante desde sus tiempos de becerrista. "Es distinto a todos", asegura, "una mezcla de Curro y Paula; un punto y aparte". ¿Y José Tomás? "Es un torero bueno", contesta, "pero como Morante, no".

En el otro extremo podría situarse Eugenio Álvarez, importante empresario lácteo mexicano, que cruza el charco cada que Tomás se enfunda el traje de luces. "Lo sigo porque es un torero capaz de hacer faenas a las piedras; y porque de Ordóñez para acá no he visto a otro igual", afirma. "Y hay que apurarse (darse prisa) para verlo porque no creo que tarde mucho en retirarse", añade. ¿Y Morante? "Me encanta, pero necesita un toro especial y eso no me gusta".

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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