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OBITUARIOS

Franz West, alquimista de la abstracción

Sus esculturas, vídeos e instalaciones le llevaron a ser considerado uno de los artistas más valorados de Austria

El artista austriaco Franz West, en 2002.
El artista austriaco Franz West, en 2002.GETTY

Escultor, pintor, diseñador y, sobre todo, experimentador, Franz West, fallecido ayer en su Viena natal a los 65 años, ha sido un auténtico explorador en todos los ámbitos artísticos. Múltiples veces premiado, fue el único artista austriaco que obtuvo el León de Oro a toda su carrera, galardón que logró en la última edición de la Bienal de Venecia, y su obra ha podido ser conocida en España en varias exposiciones. El Reina Sofía le dedicó una retrospectiva en 2001 en la que se exhibieron vídeos, pinturas, esculturas e instalaciones. También ha expuesto ocasionalmente en la galería Juana de Aizpuru.

Considerado uno de los artistas más valorados en su país, la ministra austriaca de Cultura, Claudia Schmied, declaró ayer que Franz West ha enseñado una nueva forma de mirar, según informa la agencia Efe.

Su primera exposición se produjo en Viena, en 1970. Sorprendió entonces con unas pequeñas esculturas que le harían famoso en todo el mundo: los Adaptables (Passtöcke), unas piezas destinadas a que el visitante se las colocara sobre su propio cuerpo a modo de prótesis con las que disimular las taras. Aquella propuesta se movía entre el surrealismo daliniano y el mundo de los sueños freudianos, con apuntes que señalaban al origen de la histeria y de las neurosis.

Su reconocimiento internacional empezaría en la Documenta IX de Kassel, en la que expuso rompedores divanes que combinaban armazones metálicas con telas africanas. Hoy pueden contemplarse en galerías y colecciones del mundo entero.

Sus trabajos posteriores siguieron moviéndose en la idea del juego, la experimentación y el color, como prueban sus esculturas en espacios públicos. Lo mismo ocurre con sus diseños de muebles, concebidos como invitación permanente a que el espectador participe y abandone su papel pasivo. Quería que la gente tocara y se sintiera parte de sus piezas: el arte era para él un juego eterno en el que todo el mundo podía tomar parte.

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