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OBITUARIO

Tsilla Chelton, Concha de Plata a los 90 años

La actriz francesa trabajó seis décadas en teatro y cine

Gregorio Belinchón
Tsilla Chelton (centro) en una representación de 'El rey se muere', de Ionesco, en 1962.
Tsilla Chelton (centro) en una representación de 'El rey se muere', de Ionesco, en 1962. ROGER VIOLLET (CORDON)

 Cuando hace cuatro años Tsilla Chelton ganó la Concha de Plata a la mejor actriz a los 90 años, mucha gente la miró como si fuera una recién llegada, un descubrimiento incluido en la película turca La caja de Pandora, de la directora Yseim Ustaoglu. Pero Chelton no solo no era turca; ni siquiera hablaba ese idioma —en la pantalla no lo necesitaba, porque encarnaba a una abuela con alzhéimer que en la película balbuceaba apenas un par de palabras— y en cambio tenía a sus espaldas seis décadas de cine, teatro y televisión y había logrado el prestigio en los escenarios por su interpretación en los años cincuenta en diversas obras de Eugène Ionesco.

Chelton nació en Jerusalén en 1918 de padres franceses judíos. Huérfana a los seis años de madre, su padre decidió mudarse a Anvers, en la Bélgica francófona, donde transcurrió su infancia. Durante la II Guerra Mundial se trasladó a Suiza y acabada la contienda a París, donde comenzó su carrera en los escenarios en la compañía del mítico Marcel Marceau.

En los cincuenta, sesenta y setenta logró renombre en París gracias a que estrenó diversas obras de Eugéne Ionesco. El dramaturgo marcó toda su vida: ganó un premio Molière en 1994 con Las sillas de Ionesco y cuando Chelton debutó en televisión, en 1963, lo hizo con un texto de Ionesco en una cadena danesa.

En el cine, su físico le llevó por el camino de la comedia. Curiosamente, trabajó mucho hasta 1977, hizo tres películas en 1993, y de repente volvió a estallar en el siglo XXI, cuando acaparó innumerables roles de anciana y/o abuela. Con el director Yves Roberts debutó en la gran pantalla con su versión de La guerra de los botones (1962). Con él también hizo Bébert et l’omnibus (1963), Les copains (1965) y El arte de vivir... pero bien (1968). También trabajó con Claude Berri (Mazel Tov ou le mariage), Claude Chabrol (La década prodigiosa) o Pierre Richard (El distraído). Por cierto, rodó en España, dirigida por Roberto Bodegas, La adúltera, con Amparo Soler Leal, Rufus, Tina Sainz y José Luis Coll.

En 1990 interpretó el papel de una maliciosa e insoportable anciana que se dedicaba a hacer la vida imposible al resto de su familia en ¿Qué hacemos con la abuela? (1990), de Étienne Chatiliez. En 1993 aparecía en Aquí todos roban, y ya no volvió al cine hasta el siglo XXI, donde enlazó otra vez rodaje tras rodaje con, por ejemplo, El mosquetero, Mala leche, Zone libre... Ha quedado pendiente de estreno Landes.

En televisión logró encadenar serie tras serie en los ochenta, y adquirió cierta fama en su país de adopción, Bélgica, con su papapel de Elisabeth en los 13 episodios de la serie Melting Pot Café (2007). Junto a esa labor artística, se dedicó durante décadas a la pedagogía y fue profesora de interpretación de, por ejemplo, el grupo Splendid, que formaban los actores Gérard Jugnot, Michel Blanc, Christian Clavier, Marie-Anne Chazel y Thierry Lhermitte. En el año 2000 obtuvo la Legión de Honor.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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