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Sucesos y reivindicaciones en el fin del BBKLive

Garbage y Keane son los encargados de clausurar el tercer día del festival

Shirley Manson, cantante de Garbage.
Shirley Manson, cantante de Garbage.Luis Tejido (EFE)

El festival BBKLive de Bilbao cerró este sábado su séptima edición con nota y tal vez con una sensación de haber tocado techo. Si sumamos el número de asistentes en cifras oficiales entre los tres días que ha durado la cita, sus organizadores están satisfechos con la cifra de 110.000 personas, (32.000 en este último día). Pero tras esta edición ha quedado claro que al festival se le puede quedar pequeño el monte Kobetamendi si su intención en un futuro es seguir creciendo.

La de 2012 ha sido la primera edición que ha contado con tres escenarios grandes, uno más de lo habitual, que han ofrecido la oportunidad de experimentar con conciertos simultáneos, también por primera vez, y aumentar la oferta. Además, el número de asistentes extranjeros ha crecido tal vez debido a un esfuerzo de promoción extra fuera de España.

La última jornada fue de lejos la menos concurrida aunque en Kobetamendi ocurrieron cosas muy interesantes. La reivindicavión, por ejemplo. El día anterior un lacónico Thom Yorke prácticamente solo salió de su concentración para decir lo siguiente: "En España lo estáis pasando mal. No hay dinero. Ha sido robado por los bancos. Tal vez es el momento de que hagáis algo". Y el sábado, pese a la aparente lejanía del mundo que ofrece este precioso monte, hasta el BBKLive había llegado el exabrupto de la diputada del PP e hija de Carlos Fabra con el ya célebre "que se jodan" dedicado a los parados de España.

José Chino, cantante de los jienenses Supersubmarina acusó el golpe y a mitad de actuación gritó: "Esta canción va dedicada a la zorra de Andrea Fabra. Que se joda". Y comenzó a cantar con furia los primeros versos del tema XXI: "Somos la generación de un cambio climático radical. Individuos que andan por el mundo sin centro de gravedad. Universalmente conectados por magia electroviral. Somos herederos de algo que ya no queremos, de algo que hace mucho tiempo establecieron cuatro viejos". La banda logró congregar a bastante público en la carpa Vodafone con su propuesta tal vez demasiado cercana a la estela de Vestusta Morla, pero demostrando cuál es el resultado de tomarse un grupo de pop como si fuera una empresa, y los ensayos el trabajo. Gustarán más o menos, pero tocar saben tocar.

Minutos antes en el escenario secundario ocurrió uno de los conciertos con más alma del día, el de un Eli ’paperboy’ Reed vestido para matar como si se acabara de escapar de Las Vegas con un pantalón verde turquesa y una camisa blanca. Demostró con creces porqué es una de las grandes esperanzas blancas del Rythm and Blues con un chorro de voz, una guitarra directa y juguetona y sobre todo metiéndose al público literalmente en el bolsillo con un directo divertido y unos músicos espectaculares. Otra de las ’reivindicaciones’ del día llegó con la actuación de los británicos Keane, cabezas de cartel junto a Garbage. Ofrecieron un concierto correcto, como es su costumbre, basado en casi rogarle al público que olvide su tercera entrega Perfect Symmetry y se centre en un regreso, su nuevo disco Strangeland, tras cuatro años de parón. Un trabajo que pretende casi ser una segunda parte de aquel Hopes and Fears sin guitarras que los lanzó al estrellato.

De hecho su setlist de 18 temas sólo se apartó de aquel primer disco y de su nuevo Strangeland, en contadas ocasiones y tan solo visitó su segunda entrega Under the Iron sea en temas como Is it any wonder o Cristal ball. Ni asomo de Perfect Symmetry ni de una sola guitarra en el escenario. El público acogió cálidamente este regreso y su nueva propuesta con canciones tan alucinantes como Sovereign light cafe.

Shirley Manson, la espectacular cantante de Garbage también lanzó a mitad de concierto su reivindicación: "Estamos pasando por tiempos duros. Pero estamos sanos y vivos y tenemos vino y una maravillosa comida y la vida. Sois un país increible, así que fuera el pánico, no os preocupéis todo se arreglará". Empezó su concierto con poderío con Automatic systematic habit, I think I’m Paranoid y Shut your mouth. Es decir nada ha cambiado en estos siete años desde Bleed like me. Ella sigue guapa, entregándose para intentar cenarse al público antes de irse a dormir y con la misma lascivia: "Esta vez no querré ser tu sucio pequeño secreto, ni para ti, ni para mi, ni para tu otra amante", fueron los primeros versos que cantó de su último disco Not Your Kind of people.

Tal vez una de las mejores cosas del concierto fue la fuerza y maestría que Butch Vig demuestra detrás de la batería. Un virtuoso. Ambos tan profesionales como para sobreponerse a que el sonido se fuera del todo en Push it, uno de sus mejores temas, durante un interminable minuto. Y volver a los bises con un simple: "estas mierdas ocurren’.

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