_
_
_
_
_
CONVERSACIONES BÁRBARAS... Gerard Mortier, director artístico del Teatro Real

“Solo he visto una vez a Esperanza Aguirre... Puedo decir que fue irreal”

El director artístico del Teatro Real abre una serie de entrevistas en profundidad y sin prejuicios con destacadas personalidades de la cultura, el deporte, la política, la economía y la vida social

Borja Hermoso
Gerard Mortier, director artístico del Real, fotografiado el pasado martes.
Gerard Mortier, director artístico del Real, fotografiado el pasado martes.GORKA LEJARCEGI

Gerard Mortier. Stop. Sesenta y ocho tacos coquetuelamente llevados. Stop. Preboste supremo del Teatro Real. Educado hasta la extenuación, taimado como un zorro y oblicuo como una curva de empresa en subeybaja. Stop. También fue el factotum del Festival de Salzburgo y de la Trienal del Ruhr. Stop. Es el señor que vino a la Plaza de Oriente para despejar de puños la naftalina de tantos años. Stop. Se le teme. Tampoco es para tanto. Stop.

Pregunta. Da un poco de miedo venir aquí a hacerle la entrevista que quiero hacerle.

Respuesta. Mmm… no creo.

P. Dicen por ahí que usted es más que perfeccionista, casi un maniaco de la perfección y que...

R. Es extraño. Sucede a menudo que la gente se lleva de mí una impresión completamente distinta a la que yo creo que doy.

P. Es que es, no sé, y perdóneme, esa imagen tan grave, esa vestimenta tan atildada…

R. Confesémoslo: en esta vida todos representamos un papel —también los políticos, de la mañana a la noche, y ese es precisamente su problema—. Si ocupas un cargo importante, estás obligado a seducir, y yo lo intento.

P. ¿Y lo es? ¿Es un seductor?

R. En ese sentido del que hablaba, sí. ¡Oiga, que no hablo de la cosa erótica, ¿eh?!

P. ¿Y la imagen? Usted ofrece una imagen antigua, como de director de internado de curas.

R. ¡Je, je, je! Sí, soy bastante conservador. Tengo apego a ciertas tradiciones. Y no me gusta la moda. En un momento como este, de tantos problemas, la moda me pone de los nervios. A pesar de la admiración que siento por Karl Lagerfeld, que me parece un señor fascinante.

P. ¿A cuándo se remonta este uniforme oficial de señor serio?

R. Mi atuendo viene de mi juventud. Fui a los jesuitas, en Gante (Bélgica), recibí una educación muy estricta. Venía de una familia de clase media-baja, una familia de panaderos. Me preocupaba saber que aquel colegio valía mucho. Allí había que ir de traje y corbata. Y no he cambiado. Yo me veo bien, creo que tengo gusto.

P. Va como un pincel, es más.

R. Pues sí. Bueno, y a veces me cambio de corbata.

P. Todo un exceso.Queda claro, no le va la moda. ¿Y las modas? ¿También le atacan?

R. Sí, sobre todo en temas de pensamiento. Me atacan las modas y los oportunistas, así que hay un pensador actual con el que no puedo, que es Bernard-Henri Lévy. Pura moda.

P. Lleva dos años en España. ¿Le ha dado tiempo ya a confirmar que somos un disparate?

R. Es aquí donde he descubierto que la cultura árabe forma parte de la identidad europea. Algo de lo que no se han dado cuenta aún los líderes europeos. Bueno, ni se han dado cuenta de que existe una identidad europea…

P. ¿Qué más cosas ha descubierto aquí?

R. Algo que me da miedo confesar: que aquí la democracia es muy frágil.

P. ¿Y eso por qué?

R. Les falta una cultura del diálogo y del entendimiento. La vida, la creatividad, existen porque siempre hubo concepciones diversas. La música evolucionó porque tuvimos el sistema modal, luego el tonal, luego Schönberg inventó el dodecafonismo. Echo eso de menos en España.

P. ¿Qué tal vive en Madrid?

R. Es una ciudad demasiado cerrada sobre sí misma. Es grande de tamaño, pero una pequeña ciudad al fin y al cabo. Madrid no es cosmopolita. Y tiene otro problema, bueno, es un problema de España: la gente no habla idiomas. Y son muy orgullosos. Para mí, como extranjero, esto es muy complicado, tengo que tener mucho cuidado. Debe de ser el orgullo del hidalgo español. Y he descubierto otra cosa: ustedes son tímidos. Eso me ha chocado.

P. Orgullosos —bueno, yo creo que es un país atiborrado de chulos— pero ¿tímidos? Vaya.

R. Sí. Y además tienen miedo. España no explota bien sus valores. Por ejemplo, los vinos…

P. Ah, ¿le pega al vinillo?

R. Soy un gran aficionado. No un gran conocedor, que conste. Bebo poco, pero cosas muy buenas. Solo tinto, eso sí. Bueno, pues si tú viajas por ahí, te encontrarás vinos de muchos sitios, pero españoles, muy pocos.

P. No nos sabemos vender.

R. Pues no. Se habla mucho ahora de la marca España y de la selección, pero el fútbol no es lo único que existe en la vida. Ah, y tienen ustedes otro problema.

P. Ardo de curiosidad.

R. Pues que tienen cuatro lenguas en un mismo país.

P. Riqueza cultural, ¿no?

R. Sí, a condición de que no se convierta en una obsesión, y yo creo que lo es. Hay que proteger el vasco, pero no tiene que ser la lengua prioritaria del País Vasco.

P. Si le oye alguno que yo me sé… Bueno, le voy a enumerar varios clichés españoles y me los comenta: flamenco, jamón, toros... ¿los toros son cultura?

R. Yo creo que sí. Aunque no he ido en mi vida a una corrida, y eso que me intentan convencer a menudo. El flamenco lo descubrí con Israel Galván. Me impactó.

P. La baronesa Thyssen ha dicho que necesita cash porque “los ricos también estamos en crisis”. ¿Cómo se queda usted?

R. Qué extravagante, ¿verdad? La crisis de un rico consiste en que tiene un poco menos de dinero que antes, pero siendo rico. La frase dice mucho de ella. El dinero fue inventado para facilitar intercambios pero hoy tiene un valor en sí mismo. Se amasa dinero sobre dinero. Es como las vacas que han comido carne; se han vuelto locas. Pues los banqueros se han vuelto vacas locas. Son como directores de casino.

P. ¿Veremos escenas de violencia en las calles por culpa de este desastre?

R. Sí. Ya Büchner, escribiendo sobre Danton, lo dijo: la verdadera revolución empieza cuando la gente ya no tiene qué comer. Una revolución no se construye sobre presupuestos ideológicos, sino sobre presupuestos de pobreza. Pero esta crisis arrancó en 1989, con la caída del muro de Berlín.

P. ¿Y eso?

R. Porque fue el momento en el que el capitalismo se vio ganador y tuvo claro que podía hacer lo que quisiera. En ese sentido hubo dos políticos que detesto: Thatcher y Reagan (tampoco puedo ver a Sarkozy). Recuerde: Thatcher dijo que “toda forma de Estado está de más”. Fue nefasta, destruyó cantidad de cosas. Pero aquí hay algunas mujeres políticas que tratan de imitarla…

P. ¿Cree que una posible explicación del eslogan Spain is different radica en que aquí exista alguien como Esperanza Aguirre?

R. Solo he visto una vez a Esperanza Aguirre... y puedo decir que fue irreal. Me preguntó si a los árabes les gustaba la ópera. Me quedé de piedra.

P. ¿Con quién se marcaría un plan golfo? Rembrandt, Mozart, Lorca.

R. ¡Está claro, Mozart!

P. ¿Sexualmente también?

R. Hombre, con Lorca me habría encantado salir. Pero, ¿sabe? El erotismo es algo fugaz, pasa rápido. Para mí es más importante la amistad. Bueno, de hecho, yo en esto del sexo me estrené a los 23... Un poco tarde, ¿verdad?

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Borja Hermoso
Es redactor jefe de EL PAÍS desde 2007 y dirigió el área de Cultura entre 2007 y 2016. En 2018 se incorporó a El País Semanal, donde compagina reportajes y entrevistas con labores de edición. Anteriormente trabajó en Radiocadena Española, Diario-16 y El Mundo. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_