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EL HOMBRE QUE FUE JUEVES
Columna
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El espíritu de Tremé

Marcos Ordóñez
Fotograma de la serie 'Tremé'.
Fotograma de la serie 'Tremé'.

Un viernes que se presentaba como cualquier otro me meten en un coche y me dicen: es una sorpresa. De repente estoy en una zona que hacía años que no pisaba, ante lo que parece un viejo bar de barrio, de los de cortados por la mañana y cañitas por la noche. Hay un largo pasillo que se ensancha al final. Algunas sillas. En mitad del pasillo, un viejo piano de pared. La sorpresa, me dicen, es que aquí nunca sabes lo que va a pasar, cada viernes es distinto, y en estas aparece un hombre alto, sonriente, de melena y barba canas, elegante como un monarca oriental, y enchufa una guitarra eléctrica.

Se llama Babu Joseph y es hindú. Tocó durante años en Israel, en restaurantes y salones de fiesta. Allí, nos cuenta, conoció a Anna Parramon, una ingeniera catalana que había ido a trabajar a un kibutz, y se vinieron para Barcelona. Babu se sienta, ajusta un micro, comienza a puntear y canta las primeras líneas de All of me a la aterciopelada manera de Chet Baker. Llega luego Jordi Serra, trompeta en mano. Es catalán pero parece irlandés, efusivo y vibrátil, y no cuesta advertir que Miles está en lo alto de su santoral. ¿De dónde ha salido Ramon Roy, el tipo flaquísimo que está tocando el piano como si llevara allí mil noches? Al trío se une un bajista: se llama Hicham Chikhaoui, es francoargelino. Los músicos se van sumando, me dicen, a medida que llegan; a veces pueden ser tres y a veces pueden ser diez, depende de la noche. Se abre una puerta y asoma una muchacha venezolana llamada Ros Rojas cargando la batería más extraña que he visto en mi vida: una silla rematada por un listón del que cuelgan los platillos; el tambor, sujeto con cinta adhesiva, ocupa el lugar del asiento; en lo alto, una pandereta. Ya son cinco y comienzan a tocar Sunny.

Más tarde reemplaza a Ros un chaval muy joven, Bernat Baleguer, una fiera, con un tirabuzón rubio saltando sobre la frente, a lo Jerry Lee Lewis. El final de Sunny se disuelve en el comienzo de When you’re smiling. ¿Alguien ha abierto una ventana a nuestra espalda? No, son los saxos, Suso Déniz y Jonás traen la brisa de Moondance, y entran después en el agua lenta y oscura de Everyday I have the blues, y resulta extraño que Babu cante después The thrill is gone porque la excitación está en lo más alto, el bar desbordado de gente, y entre la gente se abre paso ese violinista que acaba de terminar su jornada en el Liceo, el único profesional de la banda porque todos los demás son gloriosos aficionados, porque lo más importante de esta noche es que esto no es un club, no se cobra entrada, los músicos vienen cuando pueden o les apetece, tocan cada viernes después de sus jornadas de trabajo, Babu es profesor de inglés, Jordi es ceramista, Ramón es arquitecto, todos ellos han decidido no quedarse en casa maldiciendo la crisis sino juntarse verdaderamente por amor al arte, por unas cervezas y el placer de tocar juntos, y cuando estalla como un himno el bullicio feliz de Bourbon Street pienso, y cómo no pensarlo, que esa calle que se ha abierto de repente en el viejo barrio desemboca en el mismísimo corazón de Tremé, no tanto la zona de Nueva Orleans sino su quintaesencia, destilada por David Simon en la serie del mismo nombre, cuyo gran tema era la celebración de la música, la comunión y el milagro y la salvación por la música. Que así siga siendo.

En este local los músicos son gloriosos aficionados, vienen cuando pueden y a nadie se le cobra entrada
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