_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Tapas

David Trueba

Periódicos y televisiones miden sus aciertos por el número de pinchazos en la Red. Cualquier curiosidad puede convertirse en la noticia más vista del día. Basta que el titular sea lo suficientemente hábil para añadir la palabra pene o culo o tetas a la prima de riesgo, al Gobierno alemán o la nueva secretaria general de un partido para que la audiencia se dispare. Si uno repasa lo más visto en Internet casi siempre tiene que ver con la borrachera de alguien, la caída tonta de otro, el descuido de un tercero o el lapsus de un personaje del que se espera acierto y autocontrol. Cierta información sobre Heidegger tendría muy distinta repercusión si se presentara como Hombres al desnudo en vez de como un obtuso comentario sobre el ser y la nada.

Medir por ese tipo de repercusión lo que llamamos periodismo equivale a calcular la fiebre a tus hijos pesándolos en la balanza. Puede que no acertemos a curarlos del todo. Es bien divertido leer los comentarios añadidos a cualquier pieza, donde rápido asoman los rencores viscerales, las inclinaciones personales o la mala leche generalizada. Lo curioso es que responden a automatismos tan previsibles que resultan intercambiables. Hagan la prueba y lean los comentarios a una noticia sobre la boda de un futbolista asociados al último debate parlamentario y se sorprenderán de ver que la cosa funciona igual de bien.

Entre las fisuras se cuelan imágenes como la de la ejecución a metralleta de una mujer en las afueras de Kabul, con sus verdugos imbuidos de la Verdad y la Justicia que otorga la religiosidad y la superioridad. Un mensaje duro distribuido por medios blandos termina provocando más incomodidad que análisis. Como si no hubiera remedio y en la cascada de impactos visuales se alzara con la corona de un “esto va en serio” y poco más. En los ojos cebados de chascarrillos audiovisuales provoca un breve cortocircuito. Pero invita a pensar en los cientos de veces en que cosas así, versiones distintas de la ignominia o los efectos de esta crisis analizada solo en baremos macroeconómicos, no logran encontrar el vídeo corto por el que colarse en nuestro tapeo informativo del día.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_