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Rabasa recupera el oficio de hacer bicis

El nieto del creador de la firma catalana de bicicletas resucita la empresa con un modelo pensado para la ciudad

Clara Blanchar
Albert Adami director de Bicicletas Rabasa en Mollet del Vallès.
Albert Adami director de Bicicletas Rabasa en Mollet del Vallès. CONSUELO BAUTISTA

Prepárense los ciclistas urbanos: Rabasa ha vuelto con una bicicleta pensada para la ciudad, de líneas simples, ligera pero resistente, desnuda de accesorios (por ahora), versátil, con una geometría que se conduce que es un lujo y solo en dos versiones: con tres marchas o con un buje que permite hacerla normal o de piñón fijo. Han pasado tres años desde que al nieto del fundador de la mítica marca de Mollet del Vallès (Barcelona), Albert Adami Rabasa, se le metió en la cabeza resucitar Rabasa.

Escuchar el relato del proyecto es preguntarse por qué no ha tirado unas cuantas veces la toalla, pero es también entender que en la Rabasa Nova, así se llama, no solo hay un plan de negocio y una apuesta por la movilidad urbana sostenible. “Es restaurar algo que desapareció en el anonimato pero que había sido el orgullo del tejido social de una comarca entera”, cuenta Adami. Lograr renacer una bicicleta que marcó desde las vueltas ciclistas de los años veinte hasta los veraneos de miles de chavales de los sesenta a los ochenta.

Adami se rodeó de un reducido número de colaboradores, todos locos de los pedales, y se encerraron en un anexo a la casa familiar de Mollet al que llaman Rabasa Lab. Diseñadores e ingenieros, algunos vinculados a la comarca que en los setenta producía 60.000 bicis al año, con una idea entre ceja y ceja: crear “un destilado” que reúna lo mejor de las bicis que circulan por ahí y que guiña el ojo a los nostálgicos de modelos como la Panther o la BMX.

Pero del papel había que pasar a la fabricación. Del proyecto al prototipo. Ahí es donde más han sudado los impulsores del proyecto. “Rabasa se lo hacía todo, desde la maquinaria hasta el cuadro y el último radio”, recuerda Adami. Pero Rabasa desapareció en los ochenta por culpa de las importaciones que llegaron al calor de la fiebre por la mountain bike. “Nadie nos lo podía hacer. Estuvimos buscando por toda España alguien que pudiera hacer el prototipo y costó incluso encontrar una persona capaz de soldar el cuadro correctamente. Se ha perdido el oficio”.

Tantearon Estados Unidos, “un país que ha reactivado la industria propia y existe una creciente manufactura de bicis y complementos”. Pero no encajaba, aunque llegaron a encargar un aparato para montar y soldar cuadros. También han tenido que encargar mesas de trabajo, con diseños rescatados de documentación de la vieja fábrica de Mollet. También visitaron fabricantes en China: demasiado lejos, demasiado poco control, demasiadas unidades para empezar. Demasiados problemas.

Total, han optado por vender bajo pedido, de momento por Internet, donde ofrecen los dos modelos o la posibilidad de comprar solo cuadros. Hay lista de espera, aseguran en el Rabasa Lab. La bicicleta urbana es todavía un transporte minoritario, pero ha alcanzado suficiente masa crítica como para que haya quien no se conforme con cualquier bici. Visto el fervor por el fenómeno fixie y todo lo que huela a vintage —como el rediseño del logotipo—, habrá quien esté dispuesto a pegarse por una Rabasa Nova.

Pensando en este público, por ejemplo, las nuevas bicis van embaladas en una maleta de cartón que es un caramelo del packaging y que puede ser fácilmente transportada en un avión. “Todos somos ciclistas y queremos que nos traten como tales”, subraya Cristian Marín, diseñador industrial del colectivo Enciclika, que ha desarrollado la bicicleta. Fruto de esta pasión por los pedales son detalles como la puntera trasera: una virguería que permite adaptarla a cualquier buje. Para entendernos, que con el mismo cuadro la bici pase de single a piñón fijo con solo dar la vuelta a la rueda.

Expectación no ha faltado en todo el proceso. Hace unos días, la foto de una Rabasa Nova robada en un tren circuló por Twitter y llegó hasta un blog de Japón, de donde han empezado a llegar pedidos.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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