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Columna
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'ERES'

"España avanza ERE que ERE. La reforma laboral deja un tufo a oportunismo, limpia de derechos..."

David Trueba

España avanza ERE que ERE. La reforma laboral deja un tufo a oportunismo, limpia de derechos adquiridos las plantillas. Recuerda a esas familias que aprovechan las obras de reforma en casa para mandar a los abuelos a la residencia. Al enterarse del ERE a los trabajadores del partido socialista algunos han reaccionado como si descubrieran que las actrices porno fingen los orgasmos. Las filtraciones son un nutriente natural de la prensa, pero si se hacen desde instituciones del estado conviene borrar el remitente. La ministra Báñez ha conseguido evitar el perfil de tecnócrata, pero tampoco debería entregarse a la anticiencia, con nivel de correveidile. Lo dijo perfecto el defensor del pueblo andaluz cuando afeó a los políticos que anduvieran siempre en la peleíta. Es otra la peleíta en que queremos ver a los ministros.

El ERE en el PSOE se añade a que los dueños de Público aplicaran la nueva reforma laboral con su plantilla tras criticarla en cada portada. Tampoco el ERE de la SER escapa a ese desasosiego. Pero las empresas no son congregaciones religiosas. Si las farmacéuticas aúnan el calmarle las anginas a un niño con sacarle el dinero a sus padres, no parece sorprendente que los futbolistas profesionales marquen goles con la misma pasión de cuando eran críos, pero quieran cobrar la prima como adultos. Los medios de comunicación nacieron para hacer más tolerable el mundo, ampliando las perspectivas y el enfoque de la información, pero sus dueños quieren ganar dinero con ello, y mucho. Han cerrado 60 medios de comunicación en España sin respetar orientaciones ni línea editorial, fruto de esta crisis gestionada sobre los trabajadores con la delicadeza de la motosierra de La matanza de Tejas.

Las sedes socialistas pagan los recibos del agua en el que diluyen los ansiolíticos que necesitan para revisar las encuestas de intención de voto de los españoles. La distancia entre las redacciones de los medios de comunicación y su oficina de contabilidad es tan kilométrica como la que hay entre los Evangelios y un desglose del Banco Vaticano. Lo peor no es descubrir que los príncipes y las hadas madrinas pertenecen a la fantasía, sino que el lobo feroz aguarda a que cierres el cuento para devorarte.

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