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crítica: 'El enigma del cuervo'
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Crímenes en la calle Poe

Javier Ocaña
Fotograma de 'El enigma del cuervo', con Luke Evans (izquierda) y John Cusack
Fotograma de 'El enigma del cuervo', con Luke Evans (izquierda) y John Cusack

¿Hay algo más lejano al espíritu de Edgar Allan Poe que el efecto bala? Mientras el de Boston se concentraba en las profundidades del alma, la aflicción de las sombras y la melancolía de la razón, James McTeigue, director de El enigma del cuervo, reformulación de la obra de Poe ambientada en sus últimos días, parece más pendiente del fuego artificial, como ese efecto de posproducción digital, popularizado en Matrix, que permite la ralentización del tiempo mediante el regodeo en el recorrido de la bala. Cierto, McTiegue, director de V de vendetta y de segunda unidad de, precisamente, Matrix, solo lo hace dos veces (una en un clímax de acción, otra en el último plano), pero no es más que un ejemplo de cómo las formas erróneas acaban con el sustrato del fondo. Y la letra y el espíritu de Poe solo brotan en la superficie.

'El enigma del cuervo'

Dirección: James McTeigue.

Intérpretes: John Cusack, Luke Evans, Brendan Gleeson, Alice Eve, Sam Hazeldine.

Género: intriga. EE UU, 2012.

Duración: 110 minutos.

Desde Shakespeare enamorado, no son pocas las películas que han recuperado las obras de un escritor a partir de elucubraciones sobre su vida. Cómo inventar un texto de Shakespeare, o Jane Austen, o Cervantes, o Lope de Vega, a partir de su estilo y con ellos como protagonistas. Una línea en la que se adentra El enigma del cuervo acudiendo al asesino en serie (que mata según los cuentos de Poe), pero equivocándose al basar su narrativa en el whodunit (¿quién lo hizo?), cuando el eje de El pozo y el péndulo, El misterio de Marie Roget o El corazón delator, que surcan su trama, radicaba, más que en el juego de intriga, en las turbulencias de las entrañas, aquí insustanciales. Más sangrienta y chispeante que tortuosa, El enigma del cuervo puede dar el pego como entretenimiento, pero un detalle de ida y vuelta la delata: a los lectores de Poe les sabrá a poco, y los presumibles admiradores de la película nunca acabarán acercándose a sus fúnebres terrores, al tormento de su imaginación, a los cuentos y poemas de Poe.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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