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Columna
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Orgasmo

David Trueba

La muerte de Nora Ephron obliga a reconocer su influencia. Aunque finalmente haya sido su carrera en el cine lo que más resuena, el espacio propio lo forjó en la prensa escrita. Sus columnas proyectaban una reflexión bastante cómica y desinhibida sobre la peripecia de una mujer liberada y profesional en la república independiente de Nueva York. Casada con uno de los periodistas que destapó el caso Watergate, su separación de Carl Berstein se convirtió en una ficción novelada llevada al cine por Mike Nichols, figura inmensa del cine norteamericano desde El graduado a La guerra de Charlie Wilson. Entonces fue Meryl Streep su alter ego en la pantalla, pero cuando Rob Reiner la reclutó para escribir el guión de Cuando Harry encontró a Sally, nació un curioso juego de espejos con la actriz Meg Ryan.

La desaparición de Meg Ryan de la primera línea del cine tiene que ver con el error de conceder a las tetas o la boca de labios turgentes más valor del que merecen. Pero en su mejor momento Meg Ryan fue la Ginger Rogers de la comedia romántica de los años 1990. En películas escritas y luego dirigidas por Nora Ephron, incorporaba a un personaje calcado de aquellas columnas de prensa. La importación de las claves autoparódicas de Woody Allen al universo femenino permitió que años después se rodaran series como Friends o sobre todo Sexo en Nueva York, donde se revoloteaba con la crisis existencialista en la sociedad de consumo.

Fue una cineasta sin la fuerza expresiva con la cámara que lucía en las columnas de prensa. Su última pareja fue Nicholas Pileggi, también periodista, que adaptó su propio libro con toda fidelidad para convertirlo en Uno de los nuestros de Scorsese. La comedia para adultos es ya género televisivo, vencido en las salas por la película para adolescentes, al haberse reducido la edad del público masivo. La más perfecta definición de aquel género la escribió Ephron, en la escena donde Meg Ryan finge delante de Billy Cristal su orgasmo y una mujer madura, la madre del director Rob Reiner, culmina el momento con la frase que dirige al camarero: “Tomaré lo mismo que ella”.

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