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Los excesos de Koons adornan el circo de Basilea

El artista estadounidense exhibe en la Fundación Beyeler una selección de sus piezas más emblemáticas

'Bear and Policeman', 1988
'Bear and Policeman', 1988Jeff Koons (Kunstmuseum Wolfsburg)

¿Quién mejor que Jeff Koons (York, Pennsylvania, 1955) para poner la guinda al circo de Art Basel? Dicho de otro modo: ¿cabe imaginar mejor invitado de honor a la feria más exclusiva y millonaria? El artista contemporáneo más disparatadamente famoso (con permiso de Damien Hirst) pasea estos días por Basilea rodeado por una concentración de ávidos coleccionistas dispuestos a arrasar con todo lo que se vende. Fuera del puro reciento ferial, las actividades paralelas compiten con propuestas rompedoras para reclamar la atención del público. Y lo mismo hacen los 40 museos que existen en esta pequeña ciudad suiza de poco más de 400.000 habitantes. En esta carrera de originalidad, la Fundación Beyeler se lleva este año el gato al agua con la primera retrospectiva que Suiza le dedica a este polémico mago del kitschy del pop. Como dice Sam Keller, el director de la Fundación, “Koons es capaz de llevar gran arte al público no especializado. Es altamente ingenioso a nivel de ideas y extremadamente relevante en tanto que artista”.

Split-Rocker es una instalación vegetal de más de 11 metros de alto, pariente muy cercana del Puppy, la famosa mascota del Guggenheim de Bilbao. La pieza está hecha de acero inoxidable y plantas en flor que se mantienen lozanas gracias a un complejo sistema de riego interno. Instalada en los jardines del elegante edificio construido por Renzo Piano, su exuberancia sirve de introducción a un recorrido por las obras más conocidas de un artista cuya cotización en el mercado sigue intacta: su récord está en los 4,1 millones de euros conseguidos con Loopy (1999), en Christie’s de Londres, en 2010.

Theodora Vischer, directora del Museo Schaulager, ha comisariado la exposición organizando las obras en tres grupos. La acumulación de tanta pieza vistosa, medio centenar, no llega a saturar gracias a los respiros que da la vegetación que rodea el edificio. Los pequeños lagos y la variada arboleda sirven de envoltorio visual al despliegue.

Puestos a sorprender, unas coloridas aspiradoras de metacrilato adornadas con listas de colores recuerdan los primeros años del artista, cuando aseguraba, como Duchamp, que el arte está en el ojo del observador, no en el objeto en sí. El popular electrodoméstico está colocado junto a un gran envoltorio de plexiglás bajo el que se ve el retrato en sepia de un niño. Al parecer, una instantánea infantil del propio Koons, de cuando ya prometía convertirse en el personaje que es ahora.

Las aspiradoras forman parte de las piezas agrupadas bajo el epígrafe de Lo nuevo, obras realizadas en la década de los ochenta. Los orificios y capacidad de succión de las máquinas son una metáfora del sexo que sería después tratado más que explícitamente durante los años en los que estuvo unido a la estrella porno Ilona Staller, Cicciolina, etapa en la que realizó la serie Made in Heaven, donde la pareja era la protagonista absoluta de las obras.

El delirio viene con las porcelanas rococó de finales de los ochenta a las que la comisaria denomina Banalidades. Es entonces cuando se convirtió en el rey del kitsch con las sorprendentes esculturas dedicadas a Michael Jackson y a su mono Bubbles, los grupos de querubines, sirenas y ositos de todos los colores y tamaños, la escultura de Buster Keaton a caballo y los personajes más conocidos y empalagosos de Walt Disney. Hiperfamoso y cotizadísimo a partir de la realización de estas obras y cada vez menos aficionado a las entrevistas, Koons no ha dudado en afirmar a que estos objetos “son perfectos”. “Pero a la vez están vacíos y pueden servir como una metáfora de nuestra culpa cultural y nuestra vergüenza. Se trata de eliminar el juicio y crear tu propio momento perfecto”.

La última serie de la exposición se denomina Celebración y fue inspirada en los objetos que Koons asegura que le hubiera gustado realizar para el hijo que tuvo con la estrella del porno, pero con el que no pudo disfrutar por los desencuentros con la madre (Koons volvió a casarse con Jasmine y es padre de cinco niños menores de diez años). Son ciertamente gigantescas esculturas de varias toneladas de peso con apariencia etérea cubiertos de colores reflectantes: corazones, huevos de pascua, globos de colores, ramos de tulipanes, tartas de cumpleaños...

El martes, durante la presentación a la prensa, Koons prefirió que el director de la Fundación y la comisaria hablaran de su obra. Acompañado de su mujer y de su pequeña prole, recorrió las salas del museo más que satisfecho. Todo listo para ser contemplado. Con una leve sonrisa de autocomplacencia parecía volver a hacer suya una de las frases más definitorias de su filosofía artística: “Yo hago lo que The Beatles habrían hecho si se hubieran dedicado a la escultura. Nadie ha dicho nunca que su música no estuviera al más alto nivel, pero era capaz de atraer audiencias masivas. Eso es lo que yo quiero hacer”.

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