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Objetos que viven en las palabras

El poeta Luis García Montero publica 'Una forma de resistencia', un homenaje y reflexión en prosa sobre los objetos cotidianos que le rodean

Silvia Hernando
El poeta Luis García Montero en una imagen de 2011
El poeta Luis García Montero en una imagen de 2011Álvaro García

El poeta Luis García Montero reflexiona. Y resuelve: todo objeto es susceptible de tropezar con el ingrato olvido. No importa su cometido, ni el tiempo que haya permanecido con nosotros ¿Ha cumplido su función? Ha llegado su hora. Pronto quizá vengan otros a remplazarlo. O tal vez su hueco quede allí, vacío, inadvertido por la implacable marcha de los días. En un ejercicio de memoria que es sinónimo, dice, de la nostalgia, el literato granadino acaba de publicar Una forma de resistencia (Alfaguara), un compendio de textos dedicados a esas cosas –comúnmente comprendidas como irrelevantes - que le rodean en su cotidianidad, a las que ha querido rendir cortesía por los servicios prestados y los recuerdos proporcionados.

“Quise escribir un libro así al releer Las uvas de la ira, que narra la historia de una familia expulsada de sus tierras y se ven obligados a abandonar los objetos que les pertenecían”, cuenta García Montero (1958), al teléfono. “Entonces me planteé escribir sobre cosas que no me gustaría perder”. Con su nombre en las portadas de tres decenas de poemarios, los últimos Un invierno propio y Ropa de Calle, el escritor decidió no recurrir en esta ocasión a su forma literaria de batalla en favor de la prosa, “que permite contar cosas que son más difíciles de contar en poesía”.

La prosa permite contar cosas que son más difíciles de contar en poesía

Y eso que relata no es otra cosa que pequeñas crónicas del día a día, en torno al papel de objetos bien funcionales o bien heredados o recibidos, analizadas con grandeza de espíritu. “Hablo por ejemplo de los espejos que hay en mi casa, y explico cómo estos discuten entre sí en una meditación sobre la identidad”, ilustra. “O la butaca, algo fundamental en la casa, un lugar donde escuchar música, leer, meditar, escribir… Es un símbolo de la independencia, que me sirve también para sospechar de los que van a ocupar un sillón público, cuyo poder se convierte en algo retórico”. Habrá abandonado la poesía en su forma, pero no así en su esencia. “Los escritores intentamos comprender el mundo a través de metáforas”, explica. “Uso la literatura para consolidar una mirada de profundidad, para buscar el sentido humano de los conceptos”.

Recuperados parcialmente de colaboraciones en revistas y periódicos (como las que realiza para EL PAÍS), aunque desvestidos del velo de actualidad y puestos en diálogo entre ellos y con los otros que ha producido expresamente, los textos de Una forma de resistencia proporcionan también un método de hacer intrahistoria. “Hablan de los cuidados que justifican el relato humano”, apunta. “Que mi madre cuidase de las cosas significa una pervivencia, un compromiso con el pasado”. E insuflarles nueva vida haciéndoles verbo es, en momentos desesperados como los que vive hoy el mundo en crisis, “una manera de comprometerse con el futuro”.

Uso la literatura para consolidar una mirada de profundidad, para buscar el sentido humano de los conceptos

A ese porvenir, García Montero lo espera con nuevos proyectos poéticos. “Cada vez uso más la prosa hasta que llega la necesidad de la poesía”, dice. Y poco a poco, el gusanillo ha vuelto a picar. “Con tranquilidad y timidez me están surgiendo poemas que son mi mundo y que no son repetición de otros anteriores”, asegura de su convicción de evitar el hablar por hablar, y el escribir poesía porque sí. Aquí y ahora, lo fundamental para él es el compromiso social. “No soy de los que pienso que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero tengo la sensación de que el mañana tampoco lo va a ser”. Así que regresa a la poesía de conciencia crítica: “primero porque la realidad lo exige, y segundo porque los poetas hemos aprendido a entendernos con la poesía política, que antes era muy mala”.

“He escrito un poema sobre la situación de la justicia en España, a propósito de las manifestaciones en apoyo al juez Garzón, y que publicó EL PAÍS”, indica. “También he escrito otro que es una conversación sobre el periodismo, que es un oficio maltratado, y no solo porque hay gente que se juega la vida, sino también por falta de independencia. El libro va a consistir en eso: en mantener conversaciones con la realidad”. Porque, al fin y al cabo, para él la literatura y el mundo son dos verdades indisolubles: “La literatura ha intervenido en cómo soy. Mi ser se debe a muchos de los libros que he leído”.

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Sobre la firma

Silvia Hernando
Redactora en BABELIA, especializada en temas culturales. Antes de llegar al suplemento pasó por la sección de Cultura y El País Semanal. Previamente trabajó en InfoLibre. Estudió Historia del Arte y Traducción e Interpretación en la Universidad de Salamanca y tiene dos másteres: uno en Mercado del Arte y el otro en Periodismo (UAM/EL PAÍS).

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