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Tentaciones
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Hidrogenesse, 'Un dígito binario dudoso'

"Es la prueba irrefutable de que hay vida inteligente en el planeta Tierra"

Javier Rodríguez Marcos

“Turing cree que las máquinas piensan. Turing se acuesta con hombres”. Esas dos frases (ahora versos de una canción) marcaron el ascenso y caída de Alan Turing, el matemático inglés que imaginó la inteligencia artificial y creó una máquina precursora de los ordenadores actuales. Este año se cumple el centenario de aquel héroe nacional repudiado, un científico del que el Gobierno británico se valió durante la Segunda Guerra Mundial para descifrar los códigos nazis –¿se acuerdan de la máquina Enigma?— y al que luego condenó por homosexual y sometió a la castración química. Fue en 1952, otro aniversario. Dos años más tarde Turing se suicidó.

Género: Pop

Título: Un dígito binario dudoso

Sello: Austrohungaro

Año: 2012

Puntuación: * * * *

“Los méritos públicos son secretos. Los detalles personales son públicos”, canta Hidrogenesse en su tercer LP. Genís Segarra (mitad de Astrud; algún día habrá que dejar de añadir esto a su nombre) y Carlos Ballesteros ya consiguieron poner música electrónica a la barroca fábula del Polifemo (Gimnástica passiva, 2002) antes de firmar el sublime Animalitos (2007), y ahora han conseguido ponérsela a la tragedia de Turing en Un dígito binario dudoso.

Hidrogenesse cree en la inteligencia de las máquinas y puede que en la de los humanos. De lo primero es prueba el propio título del disco, sacado de la traducción on-line de una entrevista a Morrisey que ya dio lugar a un clásico del dúo: la canción Un mystique determinado, incluida en el EP de 2001 Eres PC Eres Mac y germen de una, digamos, vídeo-ópera de bolsillo del artista Carles Congost, filmada con música de Segarra y Manolo Martínez (la otra mitad de Astrud).

La prueba irrefutable de que –Deep Blue aparte- hay vida inteligente en el planeta Tierra es un disco como Un dígito binario dudoso, formado por ocho canciones –iba a decir capítulos- tristes. Y más tristes aún porque pueden bailarse. Biografía, sociología y tecnología toman forma en letras sin concesiones y en ritmos de réquiem, reggae, vals o cha-cha-cha. Todo sintético, nada patético. Hasta esa especie de sintonía de serie infantil de los setenta que es Christopher se escucha con una sonrisa amarga. En tiempos en los que se dice que la unidad de música es la canción, Un dígito… es algo más que la mera suma de sus partes. Por más que entre sus partes haya piezas antológicas como Un beso para despertar a Alan Turing, Cartas de amor escritas por la Máquina o Historia del mundo contada por las computadoras. “Un árbol de navidad dibuja la silueta de la bomba atómica”, se oye en esta última. Pocas veces un sintetizador modular Orgon Systems y kilo y medio de materia gris por cabeza habrán dado resultados tan buenos.

Valoración: 0 ABERRANTE, el mundo sería mejor sin él; 1 PRESCINDIBLE, nadie se acordará de él; 2 PASABLE, para incondicionales; 3 ACONSEJABLE, en su estilo merece la pena; 4 INDISPENSABLE, un éxito asegurado; 5 OBRA MAESTRA, uno entre un millón.

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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.

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