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Cartas de Goya y otros tesoros bibliográficos

Incunables y primeras ediciones reviven la pasión coleccionista del mecenas español José Lázaro Galdiano

'Tauromaquia: La muerte de Pepe Illo', de Francisco de Goya.
'Tauromaquia: La muerte de Pepe Illo', de Francisco de Goya.

La labor de mecenas y coleccionista de arte del financiero José Lázaro Galdiano (Beire, Navarra, 1862- Madrid, 1971) es bien conocida. Su patrimonio artístico, legado al Estado, conforma uno de los museos más bellos de Europa. Lo mismo ocurre con su labor en la editorial La España moderna y su vinculación a Galdós, Clarín, Pereda, Unamuno o Emilia Pardo Bazán. Pero fue su pasión por las raras joyas bibliográficas las que más le entusiasmaban y las que, precisamente por su fragilidad, son menos conocidas por el gran público.

Entre los más de 20.000 volúmenes de su biblioteca y las 12.000 obras de arte (750 consideradas obras maestras del arte antiguo) hay objetos tan raros de ver como algunos de los pasaportes que certifican su vocación viajera, cartas de Goya o Lope de Vega, textos autógrafos de los Reyes Católicos (Yo el Rey o Yo la reina, firmaban, eludiendo el nombre), el famoso Libro de descripción de verdaderos Retratos, de Ilustres y Memorables varones, manuscrito autógrafo de Francisco Pacheco, el maestro y suegro de Velázquez. Son 60 incunables y documentos históricos de época expuestos en 15 salas como parte de la exposición Itinerario y memoria de José Lázaro. Editor. Coleccionista. Bibliófilo, que se puede ver hasta el 15 de septiembre enl a Fundación Lázaro Galdiano, de Madrid.

El historiador Juan Antonio Yeves, el hombre que seguramente más a fondo ha investigado la figura del mecenas, es también el comisario de la exposición. Protegidos en vitrinas de cristal, los valiosos documentos se exhiben relacionados con obras de arte relacionadas con estos tesoros bibliográficos. “Las unas explican a las otras”, argumenta Yeves. “Hemos tratado de que todo quede contextualizado y que el visitante pueda descifrar más claramente lo que tiene delante”.

Es difícil hablar de las preferencias de Lázaro Galdiano, aunque si hubiera que señalar un pintor, sería Goya el escogido. Del maestro aragonés no solo se exhiben varios manuscritos, sino que también se incluyen primeras ediciones de series como los Caprichos, los Disparates o la Tauromaquia.

Además de mostrar los tesoros de coleccionista, la exposición desvela el aspecto físico del banquero y mecenas. Obsesionado con evitar el más mínimo protagonismo, son escasas las fotografías que se conocen. Aquí no solo se incluyen las imágenes pegadas a los pasaportes, sino que se incluyen retratos de adulto. Uno de ellos, hasta ahora desconocido, fue encontrado entre los papeles la escritora Emilia Pardo Bazán, su gran amiga y, según algunas versiones, también su amante. Sea como sea, las imágenes visuales completan el retrato intelectual que persigue la exposición.

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