El duelo lo ganó Victorino
"Hicieron honor a su divisa con un comportamiento variado, que exigía una gran preparación"
Nadie dijo que fuera empresa fácil anunciarse en Sevilla con los victorinos. Vaya por delante, pues, el respeto y el reconocimiento a los dos toreros que tomaron una decisión tan meritoria. Es verdad que hubo dificultad, y mucha, pero, al final, quedó la sensación de que los toros ganaron la partida. Hicieron honor a su divisa con un comportamiento variado, que exigía una gran preparación, y, sobre todo, una técnica, una entrega y un pundonor sin límites. Fandiño y Mora son dos toreros que se han ganado un puesto entre los grandes a base de un esfuerzo encomiable, pero ayer no fueron esos diestros arrolladores, portentosos, dominadores y mandones que la ocasión les exigía. Bien, sin alharacas, sin destacar especialmente; por debajo de los toros en todo momento y sin capacidad para resolver las dificultades. Y, además, con numerosos y graves defectos del toreo moderno: citar muy despegados, sin cargar la suerte, al hilo del pitón y, en consecuencia, con escaso mando.
Brilló más Fandiño, un cañón con la espada, y se molestó cuando el presidente le negó la oreja del quinto. No había mayoría de pañuelos, y lució más el encastado toro en un par de tandas por la mano derecha. Fue, quizá, el momento más refulgente de la tarde, cuando uno y otro se fundieron en unos muletazos vibrantes. Pero faltó remate, y la faena supo a poco. Los que no sacaron el pañuelo se unieron a la bronca contra el presidente y Fandiño dio dos exageradas vueltas al ruedo.
No estuvo a la altura de las circunstancias ante el tercero, al que citó con izquierda en el centro del ruedo, y tras una tanda aceptable, se vio desbordado por un toro que metía la cabeza pero no era de carril. En ese toro no mandó nunca Fandiño. Y no se enfadó cuando este público facilón pidió la oreja.
No fió un pelo de su primero, que era bronco y pegajoso. Y una cosa es tener precaución y otra tomar todas las ventajas. Sea como fuere, su actuación fue cumplidora, pero no a la altura que de él se podía esperar.
Martín / Fandiño y Mora, mano a mano
Toros de Victorino Martín, bien presentados, excepto el primero, y bravucones; broncos primero y segundo; manejables tercero y cuarto; encastado el quinto, y descastado el sexto.
Iván Fandiño: estocada (ovación); estocada (oreja); estocada (petición y dos vueltas)
David Mora: estocada y descabello (ovación); pinchazo y estocada (silencio); media tendida (silencio).
Plaza de la Maestranza. 24 de abril. Decimotercero festejo de abono. Tres cuartos de entrada.
Brilló menos David Mora, y compitió en defectos con su compañero. No dio nunca sensación de suficiencia y sí de sosería y vulgaridad. Tiró muchas líneas ante su primero, de corto recorrido y dificultoso; se convirtió en un pegapases en el cuarto, con pocas ideas, desbordado y con escasa entrega, y poco pudo hacer ante el noble y soso sexto.
Fandiño y Mora compitieron en quites y destacaron unas ceñidas gaoneras del primero, y otro de igual modo por chicuelinas del segundo. Saludó al respetable El Chano tras colocar dos buenos pares de banderillas al sexto, y los picadores se esmeraron en su labor.
Nadie puede preguntar su opinión a los toros, pero la impresión es que no encontraron toreros poderosos que sortearan sus problemas y aprovecharan sus cualidades. El toro suele ser así, y exige capotes y muletas henchidos de conocimiento, de ciencia, poder y personalidad. Ayer, el duelo, el mano a mano, lo ganaron los toros de Victorino Martín.